Iván Piñeiro: «En las calles de A Coruña no se puede tocar de cualquier manera»

A CORUÑA

El músico Iván Piñeiro, Iván es Juan, lleva tiempo actuando al atardecer en la esquina de la Marina con el Parrote, en A Coruña.
El músico Iván Piñeiro, Iván es Juan, lleva tiempo actuando al atardecer en la esquina de la Marina con el Parrote, en A Coruña. MARCOS MÍGUEZ

Este músico de 44 años se ha hecho popular desde su esquina de la Marina con el Parrote

28 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace tres años descubrió la calle. «Cuando estaba en Os Piñeiros, a mi hermano gemelo Diego se le ocurrió tocar en la calle para que nos sirviese de ensayo. Nos pusimos a la altura de la Autoridad Portuaria y enseguida conecté con la energía de mi padre fallecido. Siempre salía del puerto para ir a pescar al Gran Sol», relata. Primero tuvo un compañero y ahora ya lleva tiempo en solitario. Al atardecer, Iván Piñeiro Novo empieza a tocar y a cantar en su esquina, la de la Marina con el Parrote. «Aquí conecto con la energía de mi padre y miro al mar. Es un escaparate al mundo y es muy posible que Amancio Ortega me haya escuchado cantar más de una vez», asegura este artista nacido entre Katanga y Os Mariñeiros y que tiene 44 años. Es posible que por trayectoria musical se salga del perfil habitual de los músicos callejeros. Empezó en orquestas como Foliada, Soprano o Dilema, con grupos como Jolie Rouge, UP y en las Islas Canarias en The Nailas y en los últimos tiempos en Os Piñeiros. «Hay conocidos que no me saludan, que se alejan para no pasar cerca. A mí, al principio también me daba algo de pudor y por eso empecé con un compañero, me daba algo de vergüenza. Pero ahora tocar en la calle es motivo de orgullo. Estoy solo y tengo mis temas propios en Spotify bajo el curioso nombre de Iván es Juan. Mi padre siempre decía que Iván es Juan en ruso», recuerda.

Filtro callejero

Charlamos en la Marina, apoya la guitarra en la pared del local y pedimos un agua del tiempo y un descafeinado. Viste unas bermudas, una camiseta blanca impecable y luce un aspecto moreno envidiable. «Creo que hay un vacío legal en cuanto a la normativa de tocar en la calle. Con la música no se juega, que decía Alejandro Sanz. Yo no tengo nada contra nadie, pero viene gente con música enlatada que se aprovecha de los visitantes. Me gustaría que hubiese un casting, que a lo mejor me quedo fuera yo, pero creo que A Coruña es una ciudad tan especial que hasta debería existir un filtro para mantener el buen nivel en todos los aspectos de los músicos callejeros. En estas calles no se puede tocar de cualquier manera, se requiere una puesta en escena con cierta elegancia. En Canarias existen este tipo de filtros. Yo tengo la funda de la guitarra con mi nombre comercial y cada vez que alguien echa una moneda le doy las gracias», reflexiona. «Hay gente que llora. Y una señora que casi a diario me pide que le cante Agárrate fuerte a mí María porque le recuerda a su marido que murió en el mar. Se puso en contacto conmigo su sobrina y hasta le hice une versión con la letra adaptada a su historia», relata Iván, que sigue cantando en bodas y todo tipo de eventos. «Tengo todo el verano completo. Y como por aquí pasan muchas parejas de enamorados, ya me salieron quince bodas gracias a estar aquí. Como músico se liga más cantando y tocando en la calle que en las bodas, que allí cada uno va a lo suyo», confiesa sonriente.

Pasión por el yoga

La música, el recuerdo de su padre, y el yoga están todo el rato presentes en nuestra charla de terraza en una tarde de calor de julio. «Es una de las mejores herramientas que he conocido para ser feliz. El dolor es inevitable, pero el yoga te enseña que el sufrimiento es opcional. Mi finalidad es buscar las sanación a través de la música», reflexiona Iván, que trabajó en complejos deportivos y en la recepción de clínicas y lo dejó todo por la guitarra. Me enseña vídeos en los que se le ve en la fuente de los Surfistas tocando en medio de una puesta de sol preciosa. Hay en torno a un centenar de temas que se sabe de memoria y los va intercalando. Nunca falta el Aleluya, que cree que es la que más canta. Cuando cae la noche quedan flotando en el Parrote las notas de un coruñés que se siente conectado con la calle.