Lucas Pérez, entre lágrimas en su pregón de las fiestas de María Pita: «Si no fuera por mi abuela no estaría aquí»

alberto mahía A CORUÑA

A CORUÑA

El capitán deportivista, muy emocionado, dio el pistoletazo de salida a los festejos de agosto en A Coruña

01 ago 2024 . Actualizado a las 21:56 h.

Lucas Pérez fue el elegido para dar el pregón y ese honor lo hizo sin papeles. Dijo que era una persona «natural» y como tal era mejor dirigirse a los coruñeses sin un guion preparado. La alcaldesa, Inés Rey, lo recibió a las puertas del palacio municipal y tuvo que esperar a que el ídolo deportivista atendiese a decenas de fieles que le pedían hacerse una foto con él. Posó con todo el que se lo pidió.

Así fue como llegó a María Pita un hombre más coruñés que pasear por los Cantones para romper el cordón inaugural de las fiestas de María Pita. Lucas Pérez leyó un pregón para enmarcar que provocó que los coruñeses y turistas que abarrotaron la plaza se emocionasen. Como él, que en el momento de agradecer a las personas que hicieron de él la persona en la que se convirtió se derrumbó. Cuando se acordó de sus abuelos y de los valores que le enseñaron, se echó a llorar.

O neno de Monelos se movió por el palco con ese desparpajo con el que lo hace por el campo. Y desde ese palacio municipal mandó disfrutar. Ya la alcaldesa destacó «o papel fundamental que tivo Lucas na consecución do principal obxectivo marcado polo club na pasada tempada, deixar atrás a Primeira RFEF». Puso en valor «o agarimo que A Coruña e o deportivismo senten por un futbolista que sempre amosou o seu compromiso co Deportivo, coa súa cidade natal e, ademais, destaca pola súa proximidade coas veciñas e veciños, sendo como é un referente para as novas xeracións de coruñeses».

Empezó a hablar cuando el público dejó de corear su nombre. Y adelantó que lo haría sin un guion. Tras reconocer que en el viaje que le trajo desde Portugal horas antes, donde entrena estos días el Deportivo para preparar la temporada, intentó redactar un discurso. «Pero lo dejé. Prefiero ser natural, como lo he sido siempre». Luego pidió a los coruñeses conciencia. Pidió que cuidaran de Riazor durante los conciertos, «porque la playa es una de las cosas más importantes de nuestra ciudad». Prosiguió el ídolo deportivista con un pequeño repaso a su pasado. Recordó que salió de A Coruña con 15 años y recorrió muchas ciudades, «y en todas me he sentido querido».

Experiencias

Reconoció que todas esas experiencias tanto en España como en Europa «me han hecho el hombre que soy». Pero sobre todo, de lo que más está agradecido es de su regreso a casa. «Es un privilegio sentirme tan querido», dijo. «Esta es mi ciudad y es donde quiero estar», dijo un Lucas Pérez que de vez en cuando se veía obligado a interrumpir su discurso ante los aplausos de unos entregados asistentes. Había muchas camisetas del Deportivo. Muchos niños y muchos jóvenes. Pero también mayores. Fue un pregón para todos los públicos.

Estaba nervioso, se le notaba y lo reconoció. «Pensaba que no lo estaría, pero una vez aquí no lo puedo evitar», confesó el capitán del Deportivo.

Agradecimientos

No pudo olvidarse el gran capitán de Arsenio Iglesias, «una de las personas que me guio a mí y a otros muchos a ser lo que hoy soy. Hizo mucho por nuestros colores, por nuestra pasión y por convertir a chicos como yo en apasionados deportivistas».

También quiso destacar el trabajo del Básquet Coruña, «que gracias a su labor A Coruña estará en la ACB como nos merecemos». Y alabó el logro del Dépor femenino, que regresa a Primera División después de una temporada exitosa. «También me acuerdo del míster y de mis compañeros. Gracias a ellos y a vosotros logramos nuestro sueño».

Dicho eso, fue cuando se cubrió el rostro y se puso a llorar. Era el momento de hablar de sus seres queridos y permaneció unos segundos secándose las lágrimas. La alcaldesa lo reconfortó y Lucas Pérez pudo seguir. «Quiero agradecer por todo lo que han supuesto en mi existencia personas como Iván, un hermano, así como de su madre María. También de mi abuelo marinero, que me inculcó todos los valores que luego me sirvieron para la vida. Y por supuesto, mi gran abuela. Si no fuera por ella, no estaría aquí». Terminó el pregón pidiendo a todos los niños que «no se olviden de sus abuelos, que es su mejor herencia».

Tras sus palabras, los presentes en María Pita se dieron media vuelta para mirar el escenario. Ahí esperaba Kate Ryan.