Suso Cambón: «Vendo más gomas, bolígrafos, lápices y libretas que nunca»

A CORUÑA

ANGEL MANSO

Propietario desde hace 30 años del quiosco Azeta en A Cubela, vive septiembre entregado a la vuelta al cole

15 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Las colas en su local son un ejemplo de que el pequeño comercio puede. «El boca a boca hace mucho. Prestamos un servicio al barrio e intentamos dar un trato cercano y conseguir todo lo que nos piden. Mucha gente deja la lista y nosotros le seleccionamos los productos. Tenemos fotocopiadora, que es un reclamo y hasta es rentable. Este año hubo clientes que esperaron entre 15 y 20 minutos para ser atendidos. Es algo que no me gusta porque no prestas toda la atención que debieras al que estás atendiendo y te agobia ver a la gente esperando», analiza Jesús Cambón Landeira, Suso para todos. Hace 30 años que abrió el quiosco Azeta en el entorno de A Cubela. «Fue en agosto de 1994. Yo estudié relaciones laborales y trabajé de administrativo en dos empresas constructoras a las que no les fue bien. Surgió la oportunidad de este local de 40 metros cuadrados (ahora son 130 tras una ampliación) y empecé a vender prensa, chuches y algo de papelería», relata este hombre natural de Val do Dubra que con 12 años se vino a estudiar a la Laboral. «Me gustaba el campo y me sigue gustando, y cuando voy por allá me gusta estar en la tierra», asegura. Son las dos y pico de la tarde y compartimos una tapa en el Caffeto, justo al lado de su librería, que no cierra al mediodía. «Se trata de dar facilidades a los clientes. Es la manera de luchar». 

Un zurdo obligado

Estos días aumentaron el espacio de papelería en detrimento del de librería. Cuando pase la locura del inicio del curso volverán a organizarlo como antes. «Vendo más gomas, bolígrafos, lápices y libretas que nunca. Los colegios están volviendo al papel. Muchos centros aumentaron el número de libros que piden a las familias. Creo que los padres no nos podemos meter en el trabajo del profesor, que es el que planifica el curso y sabe qué herramientas necesita», reflexiona Suso mientras da cuenta de una ensalada. A los 11 años perdió la mano derecha por culpa de una bomba de palenque mezclada con la inocencia infantil. «Me acostumbré a vivir sin ella. Mis hijos lo ven como algo normal. El problema no eres tú, es la persona que te ve. La compasión es lo peor. Estuve dos años utilizando una mano ortopédica hasta que decidí aceptarme tal y como soy, un zurdo obligado. Por cierto, no estoy de acuerdo con los padres que le quieren comprar tijeras para zurdos si lo son sus hijos, eso les va obligar a saber utilizar solo esas toda la vida. Conté con el apoyo de toda mi familia y lo único es que no puedo tocar la guitarra. Perder la mano cambió mi vida para bien», comenta sonriente. 

Paseos en la aldea

Siempre le gustó el trato con la gente. «A los clientes les aconsejamos los productos que tienen mejor relación calidad-precio. Si la gente quiere una marca determinada que es más cara se la vendemos, pero llevamos años trabajando con una marca blanca más barata que da muy buenos resultados», destaca. El mes que viene cumple los 57 y tiene dos hijos en edad de comprar material escolar, uno en 1.º y otro en 3.º de la ESO. «Son los últimos en llevar los libros, ya sabes eso de que en casa del herrero...». Pasa muchas horas en el negocio, en el que trabajan 4 personas todo el año, no solo ahora que es el momento fuerte. Cuando cierra Azeta, que tiene un horario muy amplio, lo que más le gusta hacer es «pasear con la familia monte arriba, monte abajo. También me encanta quedar con los amigos y escaparme a la aldea», asegura. Volvemos a la tienda y sigue habiendo cantidad de gente. «Lo de empezar el mismo día todos los alumnos de los distintos niveles es algo que ayuda a que se concentren más clientes en pocas horas», analiza este hombre que de vez en cuando suelta una sentencia. «Cada uno es lo que es dependiendo de quién tiene a su lado. La vida son tus circunstancias». Un libro abierto este emprendedor tan querido por todos.