Inseguridad en A Coruña: «Vecinas de O Castrillón tienen miedo a ir de noche a casa y piden que las acompañen»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

César Quian

Tras los golpes policiales del año pasado vuelven los narcopisos al barrio y aumenta la criminalidad en la zona

25 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La tranquilidad cayó de bruces hace años en O Castrillón y no se da levantado. El barrio se fue llenando de narcopisos y los traficantes se hicieron con casas abandonadas. Y como la droga llama al robo, la criminalidad subió. También la presencia policial, que «eso nadie lo discute», dice uno de los hosteleros víctimas de la inseguridad. El problema es que cuando las autoridades ponen el foco en O Castrillón tras una oleada de robos, como ocurrió en el verano del 2023, no se quedan para siempre. «En cuanto la cosa se normalizó un poco, dejamos de ver las patrullas», lamenta Belén Patiño, camarera de la cafetería Sol. Denuncia que desde hace unos tres meses «volvimos a sentir la presencia de toxicómanos pidiendo dinero o entrando en negocios para robar al descuido». 

Los ochenta

El último hostelero de la avenida de la Concordia al que han intentado robar dice que el barrio ha vuelto a los ochenta, cuando la droga devastó a parte de una generación. Lo sabe bien porque antes de emprender su vida laboral en O Castrillón, de niño vivió en Monelos, «en los peores años de la heroína, cuando te encontrabas las jeringuillas tiradas por las aceras». Enrique González ha visto de todo y no recuerda «una situación como la que se vive ahora».

Este hostelero es el que el pasado domingo retuvo a una ladrona en el interior de su hamburguesería hasta que llegó la policía y se la llevó detenida. La cazó cuando huía tras meter la mano en la caja.

Enrique es uno de tantos comerciantes del barrio que sabe lo mal que lo pasa uno cuando le roban o intentan dejar sin la caja del día. En un bar cercano a su negocio «llegaron a robar hasta cuatro veces en un año», destaca. Y en la carnicería Daniel un mismo delincuente llegó a entrar hasta tres veces en la misma noche.

Tampoco se libra el supermercado de una cadena alimenticia. «No hay día en que no entre alguien a llevarse una botella, latas de conservas o envases de salchichas», dice una de las empleadas.

«Sales a la ventana a cualquier hora de la noche y no ves más que toxicómanos. Muchos llegan en taxi. Se bajan, se acercan a una de las ventanas de la casa, compran la droga y se van», cuenta Manuel, un residente de la calle Hernansáez. 

Grupo de WhatsApp

Nuria, la responsable de la carnicería Daniel pide a las autoridades mayor vigilancia en la zona. Cuenta que el barrio volvió a llenarse de toxicómanos pidiendo dinero. Y peor aún es que muchos lo hacen con violencia. Como única defensa, aparte de la policial, los comerciantes de la zona cuentan con el grupo de WhatsApp en el que se avisan de la presencia de gente sospechosa alrededor de sus negocios. Y en los últimos años, los mensajes sobre la seguridad en el barrio se multiplicaron, tal y como confirman desde la Asociación de Comerciantes Castrillón, Eirís y Monelos (Acocem). También desde el colectivo vecinal piden mayor presencia policial y que se actúe contra los traficantes.

«Las personas mayores se protegen en sus casas cuando se pone el sol porque tienen miedo a que los atraquen», lamenta un hostelero. Por las noches, «muchas mujeres piden a algún amigo que las acompañe a sus domicilios por si algún delincuente se cruza con ellas y les hace algo», añade. 

Se pinchan en los portales

Otros, cuando entran en su portal, sienten pánico porque es frecuente encontrarse a un toxicómano pinchándose. Y el que no se pincha ahí, lo hace con total descaro en la terraza de cualquier bar. O en sus baños. Porque en estos tres barrios, el drogadicto no pide un café en un local de hostelería, pide papel de plata. «Tengo miedo cuando me quedo sola en el bar», dice una hostelera.

«Más intervenciones de droga y navajas»

«En los últimos meses se viene notando un aumento de intervenciones de droga y armas blancas en algunos barrios de la ciudad, principalmente en el Agra do Orzán, Os Mallos, O Castrillón y Cuatro Caminos», destaca el Sindicato Unificado de Policía (SUP).

Por su parte, la Confederación Española de Policía (CEP) se refería hace una semana a los narcopisos como un grave problema que se va trasladando de barrio en barrio. «Cuando se pone el foco en uno, los okupas se mudan a otro», dicen.

El sindicato considera también que «cada vez hay más toxicómanos» en las calles de la ciudad y todo eso está relacionado con delitos como robos con fuerza en bares o máquinas de vending y hurtos, ya sea en establecimientos como supermercados o tiendas de ropa. También se incrementaron los atracos. Estos delitos suponen «un porcentaje altísimoy los cometen casi siempre los mismos», explican quienes quieren «estar en la calle, no haciendo los DNI».