Rubén Rey Cotón: «Tengo 22 cocineros, 28 camareros y 2 pulpeiros»

A CORUÑA

Rubén Rey Cotón, propietario de A Taberna y O Alpendre de Cunqueiro en A Coruña, tiene 43 años, dos hijos y más de 50 empleados
Rubén Rey Cotón, propietario de A Taberna y O Alpendre de Cunqueiro en A Coruña, tiene 43 años, dos hijos y más de 50 empleados CÉSAR QUIAN

Dirige la popular A Taberna de Cunqueiro de la calle de la Estrella, donde hace poco también abrió O Alpendre de Cunqueiro

12 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una taberna con una plantilla de más de medio centenar de personas. «Hay dos chicas que se encargan de la limpieza y también de preparar las patatas. Y tengo 22 cocineros, 28 camareros y 2 pulpeiros. Piensa que abrimos todos los días y la cocina está funcionando desde el mediodía hasta casi las once y media de la noche. Y después hay que limpiar bien todo hasta la una de la madrugada. Siempre hay gente de vacaciones y tienes que contar de media con un diez por ciento de personal de baja. Pero hemos conseguido crear una gran familia y que el ochenta por ciento de la plantilla sea fija. A la gestión de los empleados es a lo que dedico más tiempo», explica Rubén Rey Cotón. Tiene 43 años y junto a su mujer, Cecilia Pérez Torres, dirigen uno de los proyectos hosteleros más sólidos y valorados de la ciudad, A Taberna de Cunqueiro de la calle de la Estrella. «Abrimos en el 2009 y casi no había ambiente en la zona, pero ahora sí y están previstas nuevas aperturas. El nombre nos los sugirió Lino Braxe, que era cliente y amigo. También tenemos un cuadro de él», apunta. Este verano aumentaron la familia con otro negocio, O Alpendre de Cunqueiro, justo al lado. «Lo lógico, ya que nos va tan bien, sería haber apostado por otra zona para replicar el modelo. Pero con este bajo podemos responder mejor a la demanda y dar más servicios», explica.

Sin teléfono fijo

Charlamos en la cafetería El Reloj de Santa Catalina. Coincide que suena el tema Reloj, no marques la horas. Rubén me cuenta que creció por la zona de A Gaiteira y A Cubela y que jugaba al fútbol en el Galicia Gaiteira. Si echa la vista atrás dice que «trabajé de camarero toda la vida. De hecho ahora me sigo poniendo el uniforme de vez en cuando porque es la única manera de saber cómo funcionan las cosas. Es mejor que estar vigilando», asegura este profesional que empezó a hacerse también empresario en el Prada a tope con un socio antes de emprender la aventura Cunqueiro en solitario. «Empezamos mi mujer y yo con tres empleados. El día a día, el boca a boca, que la gente te vaya conociendo y hable del sitio nos ayudó a crecer, algo que no dejamos de hacer desde que abrimos. Tuvimos que anular el teléfono fijo porque solo por Google nos entraban 300 llamadas diarias y eso es imposible de atender. Ahora, los que quieren reservar lo hacen por Internet, por una aplicación, por correo electrónico o por mensaje directo de Instagram. Un día normal falla una de cada 20 reservas. El no show es un problema, pero nosotros siempre cubrimos la mesa que falla porque pasa mucha gente», explica.

El plato estrella

«Yo no soy cocinero, pero sé cómo me gusta la tortilla. Hasta el raxo tiene su punto para que no quede crudo o duro. Invertimos mucho en formación para que salga lo mejor posible. Seleccionamos los vinos con mejor calidad-precio y llevamos a las bodegas a los empleados para que los conozcan», destaca. Despacha muchas navajas, berberechos o chipirones, pero las estrellas son la croca y el pulpo. «El pulpo nos ayudó a crecer. En su día vino un pulpeiro con el que llegamos a un acuerdo para que lo hiciese a la entrada del local. Fue un éxito y cuando se marchó, lo montamos nosotros», recuerda Rubén. Tiene dos hijos de 10 y 7 años y le gusta estar con ellos y con la familia y desconectar lo más posible. «En verano desaparezco», confiesa. Dice que el secreto está en seleccionar a los proveedores y cuidar al personal para que sea muy agradable con los clientes. «Hay gente que viene todos los días, grupos que tienen reservados todos los jueves. Nos mandan muchos grupos porque tenemos espacio suficiente y unos precios razonables. Y servir pinchos con la caña bien tirada también es importante», resume. Nos despedimos mientras suena la voz de Eydie Gormé con Los Panchos.