![Imagen de archivo de un concierto de la OSG](https://img.lavdg.com/sc/ua4LUbExB2LvSzYAnHD8Pjyc-N8=/480x/2024/12/15/00121734290582102100903/Foto/H_20241115_210226000.jpg)
La segunda visita de Markus Stenz a la OSG esta temporada propuso un viaje romántico
25 ene 2025 . Actualizado a las 18:32 h.La segunda visita de Markus Stenz a la OSG esta temporada propuso un viaje romántico, de Schumann (con su Concierto para violín) a la Quinta sinfonía, de Mahler. Programa largo que el maestro abordó desde ópticas personalísimas. Resultados dispares pero razonados. Hay algo en el Schumann de Markus Stenz que lo acerca más a un clasicismo tardío que al romanticismo. Lectura ágil, de sonido quizá pequeño y delgado: algún plano queda borroso. Al violín, Liza Ferschtman ofreció sonido tan cristalino como íntimo. Si faltó ímpetu romántico, lo mejor fue la atmósfera del movimiento central (en el que Ferschtman se amalgamó maravillosamente con el cello de Raúl Mirás) mientras que en el final, bien de ritmo y cuadratura, faltó garra. Violinista y maestro estuvieron en sintonía en un Schumann justo de romanticismo. Ovacionada, Ferschtman destacó regalando Bach. Stenz es un acreditado mahleriano y había curiosidad por ver cómo afrontaba la Quinta. La lectura fue in crescendo y resultó coherente con su imaginario. Triunfalista, fomentó más la grandiosidad del sonido al servicio de lucir la orquesta (con una OSG muy conectada: espectaculares solos de trompeta y trompa) que una retórica discursiva que quedó inconexa. En los dos movimientos iniciales precipita tempi y dinámicas, provocando algún desajuste (sobre todo en el metal). Hay sonoridad poderosa, pero faltan pathos y poesía. Fue en los pequeños detalles (final del segundo movimiento) donde más se lució; y el tercer tiempo resultó más redondo (de la ductilidad del metal a la sensibilidad del pizzicato de las cuerdas): lo organizó de modo casi camerístico; así, sí. Fiel a sus tempi, el adagietto fue demasiado ágil, y no permitió recrearse pese al impecable sonido de la orquesta. En el final todo pareció más controlado, aunque se eche en falta un discurso más fluido.
Hay mil formas de abordar Mahler, y Stenz desató el potencial de la orquesta y las ovaciones del respetable. Es lógico que su enfoque impresione; pero faltaron discurso y vuelo poético. No es el primero ni el último. Éxito de público.