Metrovacesa sondea al vecindario de Labañou sobre el plan de As Percebeiras de A Coruña
A CORUÑA
Entrevistará a 375 personas para pulsar su opinión tras la revisión definitiva del proyecto, cuya licencia ha suspendido el Ayuntamiento
11 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Un barrio envejecido en el que el supermercado más próximo está a diez minutos a pie al final de una cuesta pronunciadísima y sin rodeo posible. Un barrio histórico con identidad marcada pero sin apenas relevo generacional, parques infantiles ni línea de autobús que lo atraviese, porque de nuevo hay que subir la cuesta para dar con la parada. Y un barrio con un descampado privilegiado al borde del paseo marítimo que sirve al botellón, el aparcamiento y la basura, y que antes o después se urbanizará, según anotan defensores. En cómo hacerlo descansa la polémica.
«A mí el proyecto de As Percebeiras me tapa las vistas, pero lo apoyo firmemente. El primero me pareció una auténtica salvajada y creo que la gente se quedó en esas dos torres desmesuradas. Pero la última revisión es racional, reduce los volúmenes y abre el barrio. Para mí es una actuación necesaria que lo dota de servicios, desde una peluquería hasta un súper, porque prevé muchos bajos comerciales, y le daría muchísima vida», afirma el informático Rafael Pérez Infante, dueño de un piso en la avenida de Labañou y una de las 375 personas seleccionadas por Metrovacesa, promotora de la urbanización cuya obra ha suspendido cautelarmente el Ayuntamiento, para participar en una encuesta que tratará de pulsar el estado de opinión del vecindario. «En un mundo ideal yo pediría un parque; en el mundo real, en el que vivimos, no tengo dudas. Será un empujón y completará el barrio, lo integrará. Es un sitio fabuloso, pero ahora estamos aislados», afirma Pérez Infante.
Luisa Saleta se crio en las viviendas del Grupo María Pita y comparte esa sensación de abandono. «No tenemos bus urbano. Hay que subir hasta la farmacia y pasar por O Portiño o Visma para llegar al centro. Faltan servicios», denuncia la mujer, que defiende «algo importante para esos campos, porque pensar que el Ayuntamiento los va a comprar es ilusorio». Sobre las alturas advierte que las vistas del mar se perderán, ya sean ocho o cuatro pisos, y aplaude las modificaciones. «No es el primer proyecto, no van a poner un muro, no vamos a ser Gaza», ilustra.
También de las quejas por la pérdida de vistas y del valor de las viviendas da fe Carlos Aceituno, empresario hostelero catalán, llegado al barrio por amor hace apenas dos años. «Yo no puedo apoyar que envejezca, sus calles y su forma de vivir. Quiero que vengan niños, familias, negocios y futuro al código postal. La gente tiene la sensación de que le van a tapar el sol y es mentira. Seguiremos viendo el mar y todo el barrio se renovará».