Dolores Vázquez, la otra víctima del caso Wanninkhof a la que juzgó un país entero

Laura García del Valle
Laura G. del Valle A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Dolores Vázquez siempre proclamó su inocencia
Dolores Vázquez siempre proclamó su inocencia JESUS DOMINGUEZ | EFE

Betanzos homenajea este domingo a una vecina que pasó un año y medio en prisión injustamente tras un proceso judicial viciado. Los prejuicios alimentaron un error que ha marcado la historia de este país

20 mar 2025 . Actualizado a las 09:31 h.

Los años noventa convirtieron la crónica negra en un entretenimiento televisivo en el que parecía estar permitido absolutamente todo: desde el terrorismo emocional hasta el machismo más evidente, calando unos prejuicios que conocieron el paroxismo justo antes de comenzar el nuevo milenio. El asesinato de las niñas de Alcácer fue el caso más espeluznante y el gran ejemplo de esta forma de entender los crímenes. Hubo más, y uno tocó a Galicia de cerca.

Dolores Vázquez no lo sabía, pero el 9 de octubre de 1999 su vida cambiaría para siempre. Ese día la joven de Mijas (Málaga) Rocío Wanninkhof desaparecería justo después de salir de casa de su novio, dispuesta a pasárselo bien en la feria de Fuengirola. Tenía 19 años, y al no volver a su domicilio a dormir saltaron las alarmas. Ni su pareja, ni sus amigas con las que había quedado, ni su familia habían tenido noticias de ella desde hacía varias horas, por lo que Alicia Hornos, madre de la chica, empezó una búsqueda por los alrededores de su domicilio. El peor de los presagios llegó pronto, cuando encontró una zapatilla ensangrentada que pertenecía a su hija.

La cuenta atrás comenzaba para encontrar a Rocío. Vecinos y familiares iniciaron unas batidas en las que no faltaba Alicia, siempre portando un bocadillo por si encontraba a su hija desnutrida. También era habitual en las rutas Dolores Vázquez, una betanceira afincada en la localidad malagueña que durante años había sido pareja de la madre de Rocío. 

El cuerpo de la joven apareció un mes después a varios kilómetros de la vivienda familiar, y con el caso protagonizando aperturas de informativos, tertulias televisivas y periódicos, lo importante ahora era saber quién había cometido el crimen. La resolución era fundamental para el descanso de la familia, para los investigadores y también para unos españoles que demandaban respuestas. El círculo más cerrado de Rocío abrió la veda pronto, apuntando, por cómo se habían producido los hechos, a que el agresor tenía que ser alguien del entorno. La pregunta del momento estaba clara en todas las casas: ¿quién era el asesino enmascarado y qué le había llevado a cometer el crimen?

El contexto es tan importante para entender lo ocurrido como las pruebas, o la falta de ellas, aportadas durante la instrucción. Tras hacerse oficial la muerte de Rocío, hasta la Costa del Sol se trasladó el equipo del capitán Jesús Rafael García Fustel. Era el experto entre los expertos. Venía de resolver el caso de la farmacéutica de Olot y el doble crimen de Villarrobledo, y estaba dispuesto a aplicar la máxima con la que llega hasta el final en todas sus operaciones: «Presión, presión, presión». 

Imagen de Dolores Vázquez en el 2021
Imagen de Dolores Vázquez en el 2021 Laura Peris García

Dolores Vázquez estuvo en el punto de mira de la Unidad Central Operativa (UCO) y de los programas de televisión casi desde el momento en el que se conoció la relación sentimental que había mantenido con la madre de Rocío. El morbo estaba servido no solo por tratarse de una mujer lesbiana a la que veladamente había comenzado a señalar Alicia —se refería al rencor y la venganza como los móviles que habrían podido motivar el asesinato—, sino porque tanto conocidos de la de Betanzos como los medios de comunicación construyeron un relato que, a ojos del público, convertía en verosímil su intención de acabar con Rocío, con quien Dolores había tenido su más y sus menos en el pasado a cuenta de la estricta educación que habría intentado imponerle. Y que acabó desgastando la relación con su madre.

Se mezclaban churras con merinas sin ningún tipo de sonrojo. Mientras los investigadores le pinchaban el teléfono e infiltraban a una agente en su círculo para que le realizase un perfil psicológico, se permitían conjeturas imposibles que no hacían más que alimentar el estereotipo de la homosexual malvada y perniciosa. Su actitud fría no ayudó a la hora de desterrar prejuicios en un momento en el que las mujeres jamás tenían novias o incluso parejas, sino amigas íntimas. El oscurantismo era tal que llegaron a permitirse comentarios, pruebas a ojos de buena parte de la sociedad, que establecían una correlación entre sus formas distantes y su orientación sexual. «Los homosexuales son más sentimentales, y pueden esconder sus emociones y sacarlos de la peor manera», llegó a escucharse en un juicio absolutamente contaminado.

A Dolores Vázquez nadie la respetó. Ni fuera de prisión ni dentro. Dos días antes de su detención, y diez meses después de la muerte de Rocío, esta gerente de hotel estaba prácticamente sentenciada. Los medios de comunicación publicaron su imagen saliendo de un supermercado antes incluso de que se hubiese enfrentado a un jurado popular, siendo esta práctica del todo excepcional, por no decir inadecuada. Daba igual que los indicios más sólidos que existían para justificar su arresto fuesen la mentira sobre qué había hecho la noche del asesinato de la joven —según su testimonio pasó toda la noche en casa, y la propietaria de un bar reveló que había estado en su local comprando tabaco— y la declaración de una empleada de hogar extranjera sin demasiado dominio del castellano que aseguró que había acuchillado una imagen de Rocío. 

Únete a nuestro canal de WhatsApp

El juicio contra Dolores Vázquez fue uno de los más mediáticos que se recuerdan. Tanto que, como posteriormente reconocieron dos de los miembros que formaron parte del tribunal del jurado, «el veredicto ya lo traíamos claro de casa». Condenada como asesina, el discurso de odio generalizado fue tal que traspasó las barreras de la prisión. En Alhaurín de la Torre, cárcel también célebre por ser el centro penitenciario donde pasaron años encerrados Isabel Pantoja y Julián Muñoz, Dolores fue sometida a todo tipo de agresiones verbales y físicas por parte de sus compañeras.

Dolores Vázquez en el juicio por Rocío Wanninkhof en el que fue condenada como asesina injustamente
Dolores Vázquez en el juicio por Rocío Wanninkhof en el que fue condenada como asesina injustamente ANTONIO PASTOR

Preparada para pasar quince años en prisión por un crimen que no había cometido, tuvo que morir una joven para que el caso Wanninkhof diera un vuelco de 180 grados. Era el año 2003 y esta mujer llevaba meses en libertad a la espera de la celebración de un nuevo juicio, debido a que el recurso presentado por su defensa ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía sirvió para que este órgano anulase la sentencia por «falta de motivación en el veredicto». Nunca volvería a pisar una celda. El asesinato de Sonia Carabantes en Coín (también en Málaga y a 18 kilómetros de Mijas) propició la aparición de un nuevo sospechoso: Tony Alexander King.

En la escena del crimen de Rocío había aparecido la colilla de un cigarrillo que no coincidía con el ADN de Dolores, pero que era el mismo al encontrado bajo las uñas de Carabantes. La historia tomaba un nuevo rumbo que alejaba el foco de Dolores Vázquez, aunque no del todo. ¿Tenían relación este deprededador sexual y la otrora pareja de la madre de Rocío? La opinión pública no estaba dispuesta a despojarse de su relato inicial, y los investigadores tampoco. Nunca se demostró que estas personas se conocieran y, de hecho, Tony King reconoció ser el autor de sendas muertes tras su detención. En la vista oral por el caso Carabantes intentó implicar a Dolores Vázquez, pero sus argumentos no estuvieron fundamentados para la Justicia. El británico fue condenado a 36 años de cárcel.

Alicia Hornos con su abogado durante el juicio
Alicia Hornos con su abogado durante el juicio ANTONIO PASTOR

Con estos asesinatos resueltos, Dolores Vázquez reclamó cuatro millones de euros por responsabilidad patrimonial del Estado, una petición que fue desestimada en primera instancia por el Ministerio de Justicia. A día de hoy, más de 25 años después, continúa sin haber sido indemnizada. Podría haber arañado miles de euros en platós de televisión, adueñándose así del circo creado a su alrededor. Prefirió huir. Se refugió en el Reino Unido, donde había pasado parte de su vida, para volver más adelante a su Betanzos natal. Este domingo 23 de marzo este Concello le entregará el XVII premio Úrsula Meléndez de Texeda

«El Ayuntamiento quiere rendirle un pequeño homenaje y resaltarla, en parte, porque nunca será suficiente por todo lo que sufrió esta mujer y por el trato que recibió por parte de la sociedad en aquel momento, que hizo que tuviera que padecer una situación y un trato injusto que, con el paso de los años, creemos que debe servir para hacer reflexionar a mucha gente», señaló hace unos días la alcaldesa, María Barral.