
Si en algo puede marcar la diferencia la Sinfónica de Galicia frente a otras orquestas españolas de nivel semejante es al diseñar sus programas. Al alejarse del repertorio manido para proponer desafíos, el resultado es de alto voltaje. Esta semana estrenó en España el sobresaliente Concierto para violín de la británica (aunque nacida en Belice) Errollyn Wallen (con su dedicatario Philippe Quint como solista) y acometió la Primera sinfonía de William Walton. A la batuta, Catherine Larsen-Maguire ratificó la excelente impresión de su debut aquí hace dos temporadas.
El Concierto para violín de Wallen tiene total claridad discursiva. Orquestado con inteligencia, coloca al violín en primer término con escritura virtuosa, que tiende más a lo expresivo que a lo lírico, y buen balance entre solista y orquesta.
Philippe Quint impuso sonido sobresaliente por color, presencia y calidez. El diálogo que arrancan violín y arpa en el segundo movimiento (para expandirse en un prodigio de orquestación) corroboró lo extraordinario que es Quint; comodísimo en la escritura trepidante que Wallen pide en un movimiento final donde metales y percusión citan aires caribeños. Wallen es una compositora de primer nivel, con dominio e ideas. Larsen-Maguire cuajó una lectura impecable.
La Primera de Walton tiene arquitectura compleja, pero Larsen-Maguire no relajó la tensión ni el pulso, logrando empaste envidiable y diferenciando planos. Los vientos (en especial los metales) rindieron a gran nivel. La maestra potenció los clímax con sonido de redondez inapelable y organizó el movimiento central desde lo camerístico (estupendos clarinete, trompa, fagot u oboe). En el final expuso muy bien el contrapunto, con contraste entre cuerdas y metal, regulando intensidades para conducir (pasando por un espléndido solo de trompeta) a un tutti de rompe y rasga. Obra difícil que Larsen-Maguire bordó con fabuloso trabajo de la orquesta.
Esto es lo que uno espera de la OSG: repertorio diferente para oyentes experimentados. Así (y con batutas de verdadero fuste) la orquesta se crece.