San Xoán, una fiesta tan querida en A Coruña como polémica

marta valiña A CORUÑA / LA VOZ

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Las consecuencias de las celebraciones durante la noite meiga ya generaban debates y prohibiciones en el siglo XIX

29 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«A medida que las poblaciones se ensanchan y caminan hacia el progreso, todo lo que en ellas había antes de típico y característico va relegándose al olvido, para no tardar, quizá dentro de plazo breve, en desaparecer. Sucede actualmente que la mayor parte de las fiestas populares, de los regocijos públicos que tenían algo en sí de legendario, han perdido ya en muchas de las ciudades casi todo su antiguo renombre y, lejos de ser objeto de atención preferente, su recuerdo va de año en año extinguiéndose. Tal ocurre, por ejemplo, con las tradicionales verbenas de San Juan». No era precisamente optimista la crónica publicada el 25 de junio de 1895 en La Voz de Galicia respecto al San Xoán coruñés, pese a que otros textos de la época aseguran que a finales del siglo XIX se disfrutaba a lo grande en el Campo da Leña, donde, contábamos en 1882, se instalaban, al menos desde la década de 1830, «las históricas casetas para la venta de dulces y licores, los chicos iluminan las calles con las acostumbradas fogatas y las parrandas se escuchan en todas partes». «Las consecuencias de estos jaleos son fáciles de adivinar. Ojalá no haya que lamentar los disgustos de años anteriores», concluía La Voz el año de su fundación.

De hecho, la fiesta tal y como hoy se conoce —y sus consecuencias fáciles de adivinar— no se desplazó a las playas de la ciudad hasta los años noventa del siglo pasado, así que poco podía imaginar el redactor de 1895 que aquella celebración «en decadencia» iba a ser declarada de Interés Turístico Nacional 120 años después. Y mucho menos que esa fiesta en la que era «costumbre alimentar las hogueras hasta el amanecer» mantuviese todavía esa tradición ígnea y fuese hoy uno de los símbolos de la ciudad, hasta el punto de que son muchos los que reclaman que San Xoán vuelva a ser, como lo era entre los siglos I y XVI, el patrón de A Coruña.

Quejas por las hogueras

Era San Xoán en el siglo XIX y principios del XX una fiesta en la que, como hoy, había «curdas de todos los calibres y otras yerbas... de San Juan», según la crónica de 1901, y en la que «hubo años en los que el balance [de quemados, peleas y detenidos] más parecía de una batalla que de una verbena», contábamos a principios de los años treinta. Igual que hoy en día, salvo que entonces no se hablaba de las toneladas de basura que había que recoger a la mañana siguiente.

No hay imágenes de aquellos años, pero no es difícil imaginar cómo amanecía la ciudad tras la noche meiga. No se recogían toneladas de basura, como en la actualidad, pero las quejas crecían a medida que crecía la fiesta (en contra de lo que decía el cronista de 1895). Así, eran tantas las hogueras que se hacían en la ciudad recién estrenado el siglo XX que a finales de los años veinte los gobiernos municipales trataban de poner coto, como hoy, a los desmanes.

En 1928, por ejemplo, el entonces alcalde, Jesús Casares Bescansa, dispuso de forma escueta que «durante la clásica noche de San Juan no se permita que se enciendan hogueras en las calles asfaltadas». Poco caso le hicieron los vecinos y el bando prohibiendo las llamas en las calles se repitió, con escaso éxito bajo el mandato de Manuel Iglesias Corral. «El alcalde, que tiene memoria y sabe cuántos clamores de protesta —La Voz publicó varias cartas de lectores alertando del peligro que suponía levantar hogueras próximas a las casas «en las calles céntricas y estrechas»—, suscitan todos los años por las desgracias y los abusos a que dan lugar las hogueras de la fiesta tradicional, decidió suprimirlas de raíz, por lo menos en las principales calles de la ciudad», se publicaba en 1933.

«Las hogueras producen molestias y deterioran el pavimento asfáltico y producen todos los años gran número de incidentes», argumentaba el regidor, que advertía que los agentes de la guardia municipal harían rondas por la ciudad «y la desobediencia será sancionada con las multas correspondientes».

Hoy, casi cien años después de aquel veto al que nadie hizo caso, ni hay constancia de que se tramitase sanción alguna, el problema no es tanto el fuego, sino las montañas de basura que los equipos municipales deben recoger de las playas la mañana de San Xoán. La imagen, aunque la cantidad de basura se reduce edición tras edición (este 2025 fueron 44 toneladas, 13 menos que el año anterior), es apocalíptica y vergonzosa. Hasta el punto de que la alcaldesa, Inés Rey, anunció que el gobierno local impondrá nuevas medidas en el 2026 para acabar con la «imaxe lamentable» del día después. «No sé si parcelar o impedir que la gente abandone la playa con basura, pero algo hay que hacer», insiste la regidora. Está por ver si los festeiros ignoran las futuras prohibiciones como en el siglo pasado.