
Los libreros se ven obligados a retirarse al interior del Relleno. Más que nada, para no molestar. Son el guisante que tapan los cubiletes de los profesionales del trile
05 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Parece que el retraso de las obras de los Cantones ha creado un juego de trileros entre los eventos que allí se desarrollan durante la primera semana de agosto, concretamente en relación a la Feria del Libro, que se viene celebrando durante los últimos cincuenta y cinco años. Resulta que los responsables del Ayuntamiento que encabeza Inés Rey, ante el retraso —?habitual, por otra parte— de la entrega a tiempo —a pesar de las promesas públicas de puntualidad por parte de la alcaldesa— de la obra de urbanización, donde se ubica la feria de artesanía, han desalojado a los libreros y editores de los jardines de Méndez Núñez (su enclave habitual), para recolocar allí a los artesanos. En lenguaje jurídico esto se llama «lanzamiento», o también «okupación», según quién sea el sujeto paciente. Los artesanos deben de tener una gran influencia y los funcionarios municipales deben de ser altamente influenciables. En cambio, los libreros —y los libros— se ve que no tanto. Porque se ven obligados a retirarse al interior del Relleno. Más que nada, para no molestar. Son el guisante que tapan los cubiletes de los profesionales del trile.
La cultura y sobre todo la lectura son una batalla perdida. Mientras vemos cómo nuestra ciudad es arrasada por la marabunta de la noche de San Juan o los conciertos de la playa, mientras los inmensos edificios flotantes que atracan en el centro de la ciudad y escupen miles de turistas austeros y contemplativos mantienen durante la escala sus máquinas encendidas y por tanto su gigantescas chimeneas bramando contaminación, mientras vemos, en fin, las invasivas terrazas de los bares multitudinarios, extendiéndose por aceras y calzadas..., el discreto reducto de una feria tranquila que se desarrolla bajo los viejos plátanos y magnolios de los jardines es expulsada sin contemplaciones. Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis.