
Dejar que las cosas sigan como están, no intervenir ante los ataques despiadados contra los niños es también un modo de consentir que el daño y la violencia se perpetúen
18 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando corren tiempos como los que corren, importan las buenas personas. Esas que arriman el hombro, que ayudan, que colaboran para hacer mejor la vida de los demás. Existe esa falsa creencia de que no hacer daño al otro es una forma de bondad, pero sabemos por la experiencia de la guerra que no es cierto. Dejar que las cosas sigan como están, no intervenir ante los ataques despiadados contra los niños es también un modo de consentir que el daño y la violencia se perpetúen. Por eso cada vez que hay una concentración en nuestra ciudad en defensa de los derechos humanos aquellos que se movilizan, que apoyan y que están echando la mano para que no se nos olvide la barbarie son gente buena. Son esas personas que han estado durante meses y meses recordándonos con sus protestas constantes, en la plaza de Lugo o en el paseo marítimo, que la guerra de Ucrania continúa. Y son esas mismas que ahora procuran también que abramos los ojos ante Gaza.
Genocidio, barbarie, salvajada, masacre... Todos los sustantivos del horror se escriben y se pronuncian para que no sean palabras vacías, porque cada una de ellas tiene una intención. Pero la finalidad última cuando las empleamos es que alguien que estaba dormido despierte. Es una llamada de la gente buena a la gente buena, de aquellas personas que saben que no hacer nada, que quedarse quieto, ya sea en Coruña o en cualquier otro recuncho del planeta, tiene consecuencias trágicas. La gente buena no se calla ante la violencia, la opresión y el genocidio. De ahí que no haya que confundir las violencias. Violencia y terror es lo que están sufriendo los seres humanos en Gaza. Las personas de bien solo escriben y gritan para que se oiga su dolor y se pare tanta crueldad.