«¿A qué edad hay que darles el móvil? La norma es cuanto más tarde, mejor»
A CORUÑA

Fundación Salma celebra un coloquio sobre preadolescencia y salud mental
24 sep 2025 . Actualizado a las 20:40 h.Marta Santarén (La Rioja, 1981) es doctora en Psicología y especialista en trastornos en niños y jóvenes. Entiende la intervención psicológica abogando por la prevención, la actuación temprana y la educación de los agentes implicados en la socialización de la infancia y la adolescencia. En su vinculación a la Universidad Internacional de La Rioja, es la coordinadora académica del Máster en Intervenciones Psicológicas en Niños y Adolescentes. Es miembro del grupo de investigación Psiconline que reúne a un conjunto de profesionales con interés y capacidad para el desarrollo de actividades investigadoras en el campo de la evaluación, prevención e intervención psicológica orientada al abordaje de diferentes procesos de salud y enfermedad. Actualmente trabaja además en un proyecto de investigación sobre el trauma en ambientes familiares de riesgo y en otro estudio de innovación docente que busca la consecución de un aprendizaje competencial de habilidades de evaluación psicológica en los estudiantes del grado de Psicología de la UNIR. Este jueves (Fundación Paideia, 19.00 horas) intervendrá en el coloquio sobre salud mental en la preadolescencia organizado por la Fundación Salma en A Coruña para responder a la inquietud de las familias en esa época de transición a la edad adulta cada vez más adelantada.
Por su experiencia, «el 90 % de las veces que una madre acude a la consulta y dice que a su hijo le pasa algo, es que le pasa algo», recalca, pero también sostiene que «características que son normativas en la preadolescencia, a veces se patologizan». De ahí la importancia de «acudir a fuentes fiables y rigurosas» para confirmar que eso que está sucediendo a un hijo requiere intervención. En esta línea, Santarén aportará claves para diferenciar lo esperable de lo preocupante, el hilo conductor de un coloquio en el que también intervendrá la psicóloga Rocío Gómez Juncal.
«Lo normal es que el adolescente se sienta incomprendido por sus padres, porque está construyendo su identidad y se separa de las normas para buscar su propio esquema en el mundo; lo normal es que piense que lo que él siente es único, es un momento de mucho egocentrismo y también de mucho idealismo, de lucha entre lo que son las cosas y lo que le gustaría que fueran, y eso les genera mucha inquietud», explica. Por eso, a los padres les aconseja «que escojan bien sus batallas, porque ellos se están construyendo y nosotros desgastando» y que no se inquieten si sus hijos no les cuentan sus cosas o asumen más riesgos de los que les gustaría. Frente a ello, la doctora en Psicología sitúa como preocupante «que un padre diga que no reconoce a su hijo».
Cambios de comportamiento evidentes, dificultad para dormir, descenso acusado del rendimiento académico, alteraciones o incluso rechazo a la hora de alimentarse y, sobre todo, el aislamiento social , una tendencia sostenida al llanto o la ira, la sospecha de una adicción «o si abandonan aquellas actividades con las que disfrutaban», son signos de alarma «que nos tienen que poner en fase de observación y consulta», recalca.
Por ello, recomienda «guardar espacios de convivencia sin prisas y, ante la duda, consultar con un profesional». Los departamentos de orientación de los colegios o el pediatra son algunas de las vías ante unos canales asistenciales que «lamentablemente son muy deficientes —afirma—, la figura del psicólogo clínico en atención primaria es una batalla por conquistar».
El impacto de la pandemia en el acusado rebrote de problemas de salud mental en niños y jóvenes se explica, a su juicio, por dos desafortunadas coincidencias: el covid obligó a «coartar las funciones básicas de la adolescencia, el contacto con iguales, y, además, llegaron las nuevas tecnologías para quedarse con interacciones que antes no estaban presentes».
«Las calles hoy no tienen más peligro, el peligro está en la red y sin salir de casa»
Aunque Santarén huye de demonizar los móviles, advierte que para quien está forjando su identidad, «las redes sociales pueden ser un riesgo para su salud mental», ya que sufren «un filtro social sin precedentes». Más si la tolerancia a la frustración es baja o si se busca la aprobación de los demás en un entorno en el que la disponibilidad de los padres por las exigencias laborales está limitada. «Siempre recomiendo tiempo y franjas de desconexión digital», agrega la especialista, para quien «las generalidades en esto no funcionan y es responsabilidad de los padres conocer a quién tenemos en casa, si nuestro hijo es impulsivo, si es influenciable...».
Idéntico discurso mantiene sobre cuándo se debe permitir el acceso al móvil. «Si te digo 15 años me parecería arbitrario, depende de la madurez de las circunstancias... ¿Cuál es la norma que vale para todos? La norma es que cuanto más tarde mejor», incide Santarén antes de señalar la paradoja de padres que ven en el móvil o los relojes inteligentes un método para saber en todo momento dónde están sus hijos «en una sociedad que no tiene más peligro en las calles que hace 50 años, el peligro está en la red y sin salir de casa».