Carmen Cereijo, supervisora de la Unidad de Mama del Chuac: «Ir por la calle y que una paciente te pare con su niña hace que todo valga la pena»

Caterina Devesa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Carmen Cereijo, enfermera y supervisora de la Unidad de Mama del Chuac
Carmen Cereijo, enfermera y supervisora de la Unidad de Mama del Chuac Verónica Vázquez Vázquez

La profesional subraya la importancia de los cribados y señala que su reto es mejorar día a día la atención y los tratamientos

20 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Carmen Cereijo Garea (A Coruña, 1964), enfermera desde 1985, es la supervisora de la Unidad de Mama del Chuac, donde ofrecen una atención integral a las pacientes, a las que acompañan en todo el proceso desde el diagnóstico hasta el final del tratamiento. Uno de sus servicios es la reconstrucción de los pechos tras extirpar el tumor, pero también ofrecen un banco de pelucas. Las dos prestaciones son claves para cerrar la herida psicológica que produce la enfermedad.

—¿Cómo fue su formación en tatuajes oncológicos?

—Fui en el 2008 a aprender esta técnica y tuve que reciclarme este año porque van mejorando y avanzando. Es un servicio que nosotros realizamos, pero que también puede hacerse fuera del hospital.

—¿Qué importancia tiene en el proceso de curación?

—No todas las pacientes se reconstruyen el pecho y no siempre es necesario este tatuaje porque cada vez los cirujanos perfeccionan más la técnica y en muchos casos se puede preservar el complejo areolar. Pero para muchas de ellas este tatuaje es el paso final en su proceso de curación. Las asociaciones de mujeres del Reino Unido financiaban que las pacientes pudiesen acceder gratis a esta técnica dentro del sistema nacional de salud. Allí le llamaban «la guinda del pastel». Lo que diferencia un bulto mamario de una mama reconstruida es el complejo areolar y el pezón. Ellas perciben el tatuaje como el punto final de la reconstrucción. Muchas son jóvenes, y ver el resultado les permite cerrar un ciclo: recuperar su vida normal, la estética de la mama y avanzar psicológicamente.

—Además, en su unidad cuentan desde hace años con un banco de pelucas, ¿cómo ayuda esta prestación a las pacientes?

—Es fundamental. Todo el equipo trabaja para ofrecer atención integral. El aspecto físico, psicológico y social es clave. Veíamos que algunas pacientes no podían comprarse una peluca, mientras que otras querían deshacerse de ellas tras los tratamientos. Implementamos el circuito y la respuesta fue impresionante. Hasta ahora hemos prestado más de mil pelucas. No compramos pelucas directamente ni competimos con centros especializados. Este servicio es para todas las pacientes oncológicas, incluso nos las piden desde otras áreas sanitarias. Es una prestación que también tiene la Asociación Española contra el Cáncer.

—¿Cuál es el mayor reto de la unidad de cáncer de mama?

—Mejorar día a día la atención a las pacientes, tanto en tratamientos como en el proceso integral. Es un trabajo de mejora continua. Para ello todo el equipo se actualiza asistiendo a congresos y aprendiendo nuevas técnicas. Por ejemplo, el 4 de noviembre tendremos un curso de formación en cirugía y reconstrucción mamaria para otros cirujanos de España. 

—¿Qué importancia tiene el diagnóstico precoz y las campañas de cribado?

El diagnóstico precoz siempre ha sido y siempre será clave. Gracias a los programas de cribado se detectan tumores menores de 1 centímetro. En Galicia, las mujeres están muy concienciadas, la mayoría participa en los cribados y el 99 % de los casos detectados a través de ellos se curan sin necesidad de realizar todos los tratamientos.

—¿Cómo llega una paciente el primer día y cómo sale el último?

—Cada proceso es distinto según la paciente y su tratamiento. El primer día se le explica el diagnóstico, el problema y las posibles soluciones. Se les ofrece apoyo, un teléfono de contacto para dudas —que gestiono personalmente— y se les acompaña durante todo el proceso. Se les indica la duración aproximada de los tratamientos y todas pasan por un comité de expertos que define la recomendación terapéutica. La información se da de manera gradual, porque asimilar un diagnóstico de cáncer lleva semanas. A veces, las pacientes se operan mientras todavía están asimilando el diagnóstico.

—Lleva más de 20 años en la unidad. ¿Por qué decidió optar por esta especialidad?

—Comencé en la planta quirúrgica en el Hospital Abente y Lago de A Coruña. Creo que el culpable de que me especializase en cáncer de mama fue un cirujano, que es el doctor Acea, que es el crack que tenemos aquí en cirugía y que en un momento dado preguntó a quién le interesaba participar en un congreso de mama. Fui y presenté una comunicación oral en San Sebastián por la que nos dieron el primer premio. Todo fue a partir de ahí.  Que te pare una paciente por la calle con su niña pequeña de la mano y que le diga “te voy a presentar a mi enfermera” te compensa todo.