Milagros Hortas, paciente de cáncer de mama en A Coruña: «Me sentía mala madre pensando que de herencia le dejaba a mi hija una enfermedad»
A CORUÑA
Con 39 años le diagnosticaron el triple negativo, el tumor más agresivo de este tipo. Su madre falleció de un cáncer de útero y su padre de leucemia. «Yo solo quería vivir, mi meta es poder ver a mi hija graduarse», cuenta ahora. Carmen Cereijo, supervisora de la Unidad de Mama del Chuac: «Ir por la calle y que una paciente te pare con su niña hace que todo valga la pena»
20 oct 2025 . Actualizado a las 10:51 h.«Suena a frase de Instagram, pero cada noche agradezco el poder acostar a mi hija y haber disfrutado un día más de vida», dice Milagros Hortas, vecina de A Coruña de 41 años. Cuando tenía 39 se notó un bulto en el pecho. «Decidí ir al médico por privado y el doctor que me atendió me dijo que no me preocupase, que podía ser que como tenía infección de orina eso me hubiese provocado una inflamación en un ganglio. Me dijo además que a lo largo de su carrera había diagnosticado muchos cáncer de mama y que estuviera tranquila», cuenta Milagros, que optó por pedir igualmente cita en la Seguridad Social. «Notaba que algo no iba bien, llevaba además un tiempo notándome cansada, así que preferí ir, ya que además mi madre falleció de cáncer de útero y mi padre por leucemia. Por ello siempre me hice controles por precaución en la privada. Me atendieron ese mismo día porque hubo una anulación de cita. Cuando mi médico me vio las mamas le cambió la cara».
Esa misma jornada su doctora le solicitó realizar una biopsia. «Después de explorarme y ver el bulto me dijo que me la harían los próximos días, eso fue un viernes y el lunes ya me atendieron en el Abente y Lago. En un mismo día pasé del nada al todo. El doctor Mosquera me hizo una ecografía, una mamografía y, al verme, me dijo que si tenía tiempo porque me iban a biopsiar. Por su cara ya vi que algo iba mal. Salí de allí con la mitad de la cara paralizada, no podía ni hablar. La espera de los resultados se me hizo larguísima. El 23 de junio fui a la unidad de cáncer de mama y me atendió Carlota, que es mi ángel. Me explicó que tenía el cáncer triple negativo, el peor de todos y del que menos se conoce. Además, estaba en el estadio 3. Me dijo “vamos a ir a por todas, a intentar que no crezca más o que se mantenga”. Entonces ya supe que el camino iba a ser muy difícil, tenía tres tumores en la mama y el ganglio centinela afectado. Fui luego al Oncológico para ver si tenía más órganos afectados y por suerte no».
Quimioterapia e inmunoterapia
Poco después empezó el tratamiento. «Me dieron 16 sesiones de quimio en dos ciclos, primero la blanca, la más liviana, y luego, la roja, la que destruye el tumor. Todo ello con inmunoterapia», apunta Milagros, a la que la enfermedad le coincidió con su divorcio. Su primera sesión fue el 11 de julio. «Justo empecé el tratamiento el día de mi aniversario de boda, el 7 de julio. Duró hasta el 20 de diciembre y después me operaron, el 23 de enero: una doble mastectomía con reconstrucción». En esa misma intervención le reconstruyeron el pecho. «En un inicio yo no quería prótesis, solo quería vivir, que me vaciaran si hacía falta. Después lo consulté con mi cirujana, que me aconsejó hacer ya la reconstrucción porque te dan la opción de realizarla luego», recuerda la mujer.
El proceso fue muy duro. «Pensaba que seguramente tenía la enfermedad por la mutación de los genes BRCA1 y BRCA2, ya que mis padres fallecieran por cáncer. Lo pasé muy mal porque la ansiedad no me dejaba dormir, pedí al médico que me pautara algo para poder aunque fuese descansar dos horas porque me quería tirar por la terraza. Me sentía mala madre pensando qué herencia le iba a dejar a mi hija. De hecho, accedí a participar en el ensayo clínico por el que me dieron inmunoterapia si me dejaban por firmado que a ella la incluirían en la unidad de riesgo, en la que yo no estuve, para mantenerla controlada», relata Milagros, que añade: «Estoy muy agradecida a nuestra sanidad pública, en otro país no lo hubiera contado».
Finalmente, tras realizarle los estudios los resultados confirmaron que no presenta la mutación. «Un 70 % de los casos es por ella, yo soy del 30 % restante, de los casos raros, pasaba por ahí y por desgracia me tocó». Tras la quimio, estuvo con radioterapia y el verano pasado finalizó su tratamiento.
Durante su tiempo en el hospital, Milagros hizo amistad con otras dos pacientes. «El cáncer también une. Me hice amiga de dos chicas. En las sesiones de quimio hablábamos, quedábamos para tomar un café, ya que entre nosotras podíamos hablar de forma natural de la enfermedad lejos de esas mirada de pena de la gente. No las necesitamos, lo que necesitamos es apoyo, comprensión y normalizar la enfermedad», cuenta Milagros, que añade: «Un día le escribí a una de ellas que cuándo quedábamos para otro café y me respondió su marido que había fallecido. Es muy duro, te vienes abajo».
«La Asociación Española contra el Cáncer me ha ayudado a aprender a vivir con la incertidumbre»
Sobre cómo hace para evitar que esa ansiedad por pensar que puede recaer condicione su día a día, dice: «Me está ayudando muchísimo la Asociación Española contra el Cáncer y la psicóloga que me atiende allí. En la entidad tienen muchísimos servicios y me han ayudado a aprender a convivir con la enfermedad. Este tipo de cáncer tiene una periodicidad de recurrencia con mayor riesgo de los 3 a 5 años, pero la vida es un regalo», comenta Milagros, que dice que la enfermedad la cambió.
«Antes era pesimista y no paraba quieta, ahora siempre estoy con una sonrisa en la cara y como con un punto rojo en la frente. Disfruto todo, para mí estar en una terraza tomando algo, poder ir con mi hija a la playa, es un regalo. Mi meta es verla graduarse en la universidad y ayudarla a formarse como persona y a valerse por sí misma», cuenta emocionada. Sin duda, ella puede estar muy orgullosa de su madre.