Srta Pam Smith, telas y cursos en A Coruña para ser unos maestros de la costura

Patricia García Lema
Patricia García A CORUNA

A LA ÚLTIMA

Pamela Sanz enseña a coser con mucho arte y buen humor en su precioso local de dos plantas de la calle Fita

11 feb 2021 . Actualizado a las 12:10 h.

Pamela Sanz lleva seis años viviendo en A Coruña. «Me vine de Barcelona por amor, me trajo un gallego». Con 17 años aprendió a coser con una modista: «Lo hice trabajando, que era como se hacía antes. Sabía coser a máquina, mi jefa vio que tenía potencial y me dijo: voy a enseñarte a coser bien». Aprendió todo sobre el mundo de la confección y sus amigas empezaron a hacerle pequeños encargos. «Se me ocurrió hacer un cojín con forma de ballena, que vendí por internet. Ese fue el comienzo de Srta Pam Smith». Además de los cojines empezó a hacer mandiles, mochilas y otras pequeñas piezas de tela. «Como no encontraba trabajo, la orientadora laboral me preguntó qué se me daba bien. Y le conté que había empezado una página online con los cojines y fue ella la que me animó a emprender». Así fue como Srta Pam Smith se convirtió en una tienda física de venta de telas y cursos de costura en el número 2 de la calle Fita.  

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En la parte de abajo, están las telas y el punto de venta de las máquinas de coser. Arriba, en un precioso espacio con columnas blancas y molduras en el techo, Pamela tiene todo preparado para las clases: una zona con las máquinas de coser y una mesa enorme para cortar las telas y crear los patrones. El local tiene historia: «Todos los días veía por la ventana que un señor de 80 años se quedaba mirando para la tienda. Un día hablé con él y me contó emocionado que justo donde doy yo las clases de costura su padre tuvo una sastrería». Pamela explica que los cursos son para todo el mundo: los hay de iniciación, para los que nunca cogieron una aguja en su vida, y de continuidad, para que cada uno pueda ir superándose y creando nuevos proyectos. Cuenta que con la cuarentena aumentaron las ganas de coser y de aprender a hacerse cosas para uno mismo: «Con las crisis siempre se aprenden cosas. Hubo gente que me dijo que su madre les había dejado una máquina de coser durante el confinamiento y que habían cogido el gustillo con tutoriales». También aumentó el interés por la confección Maestros de la Costura: «Cuando se estrenó el programa aumentaron mucho las consultas sobre las clases». 

Durante este mes Pam -así la conocen y de ahí viene el nombre de la tienda- está dando las clases online, pero espera recuperar las presenciales en marzo. Cuenta que la costura tiene algo de terapéutico, y que ese tiempo que las alumnas pasan en clase (la mayoría son chicas) les sirve«“para desconectar, pasarlo bien y aprender a coser». «Salen conversaciones de todo tipo, es muy ameno y divertido». En los cursos de iniciación, esta costurera enseña a hacer un bolso reversible, una mochila con cuerdas y un neceser con cremallera. Después, explica, cada persona decide qué proyecto quiere hacer. Ella tiene clases de costura todos los días, por la mañana y por la tarde. «Es la motivación lo que hace superar las dificultades. ¡No hay límites!».