No tengo nada brillante: joyas personalizadas hechas a mano en Monte Alto

Patricia García Lema
Patricia García A CORUNA

A LA ÚLTIMA

Cruz García quería ser actriz, pero acabó pasándose al oficio de joyero. Ahora crea piezas únicas en su taller de Adelaida Muro. Su packaging es una tirita con un brillante: «Para que cuando nos cortamos podamos llevar, al menos, algo brillante»

10 dic 2021 . Actualizado a las 19:37 h.

«Acabé en A Coruña por la clásica historia de amor-desamor y aquí encontré mi sitio». Cruz García es de Palencia. En sus sueños estaba ser actriz y se fue a Madrid a estudiar arte dramático. «Pero estaba ya agotada, cansada de trabajar gratis, y en un descanso me puse a pensar qué podía estudiar». Así que buscó el ciclo formativo con menos horas de dibujo técnico y se convirtió en técnico superior de joyería artística. Hizo prácticas en Lisboa y en Barcelona, y ganó el premio al proyecto final de carrera. «Con el premio compré las herramientas básicas de mesas para empezar». Y después de años vinculada a la joyería, en enero (hace casi un año) se independizó y creó su primer taller «externo a casa». Ahora No tengo nada brillante, el nombre artístico de Cruz, es un taller de joyas hechas a mano que comparte local en el número 72 de Adelaida Muro con Beatriz de The FigBees.

Angel Manso

Cruz ya es una gallega más: «Ya no me molesta la lluvia». A su taller llega la gente casi de casualidad o a través de las personas que llevan sus piezas: «Me gusta cuando las joyas hablan». También tiene perfil en Instagram, dónde define su trabajo como «joyería marginal». «Hago todas las piezas a mano. Trabajo con metales puros, me encanta la plata, el cobre y el latón. Uso la técnica del collage: voy haciendo piezas sueltas y después voy componiendo». La inspiración le llega, muchas veces, en sueños: «En las siestas se me ocurren unas cosas…». No trabaja por colecciones: «Lo que más me mola es trabajar para las personas, me gusta que la gente venga al taller y trabajar con cada persona mano a mano y crear una pieza personalizada». Entre sus joyas hay anillos cuadrados o pendientes con forma de hogueras. «Los pendientes los vendo sueltos porque un día conocí la historia de los marineros, que llevaban solo un pendiente porque el otro se quedaba en tierra esperando por él. Y me pareció muy bonito: saber que hay dos pendientes iguales, en dos personas distintas, que pueden acabar encontrándose».

Para preparar sus paquetitos con las joyas, Cruz usa unas tiritas con brillantes: «Si trabajas con las manos siempre te acabas cortando. Así al menos puedes ponerte una tirita con un brillante». Le gusta usar el menor material posible y volver a fundir las piezas para crear otras nuevas: «Es como tener una masa madre, una pieza dentro de otra pieza». «Me gusta mucho el momento de fundir: es un proceso súper místico». Con lo que no se lleva bien Cruz es con la pulidora: «De ahí viene mi nombre, No tengo nada brillante».