O Ventorrillo, en A Coruña, contra la inseguridad: «No había otra opción que la de salir a la calle para echar a los del narcobajo»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

BERGONDO

Eduardo Pérez

El punto de venta de droga desarticulado en la calle Monasterio de Bergondo ya está tapiado

06 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Vecinos y comerciantes de la calle Monasterio de Bergondo llevaban tres años conviviendo con un narcobajo en el número 14 con lo que eso supone: robos, asaltos, hurtos, trapicheos, peleas, amenazas, gritos nocturnos y la presencia de toxicómanos pinchándose en las aceras a plena luz del día. En el barrio, todos llevan en su móvil vídeos de conflictos, jeringuillas usadas por todas partes o gente drogándose delante de los alumnos del instituto Agra II.

Antes de echarse a la calle y concentrarse frente al local, los vecinos de O Ventorrillo se juraron que no habría violencia, que «la protesta se limitaría a permanecer delante del narcobajo y pedir a gritos que los de dentro se fueran», decía ayer una de las organizadoras. «Aquí nadie tiró una puerta abajo. Nos manifestamos, apareció la policía y permanecimos en el lugar hasta que se fueron», añade.

Antes de eso habían acudido varias veces al Ayuntamiento para pedir más seguridad y el cierre de ese punto de venta de droga. «Siempre fueron buenas palabras y promesas de que aumentarían la presencia policial en la zona. Nos decían que mantuviésemos la calma, que las autoridades ya están trabajando», cuenta una residente. Dice que tuvieron mucha paciencia, sobre todo porque los robos, los atracos y los altercados iban cada vez a más. Pero lo que pasó en los últimos días «fue la gota que colma el vaso», dice un comerciante. Otro defiende así la legitimidad de la protesta: «No teníamos otra opción, o echábamos a los del narcobajo o ellos, o algunos de sus clientes, terminarían matando a una abuela». Se refiere a dos sucesos ocurridos el domingo y el lunes por la mañana. En el primero, un delincuente le puso un estilete al cuello a una mujer de edad avanzada y le llevó el bolso. En el segundo, otro intentó llevarse la cartera de otra mujer, pero fue visto por su hija y echó a correr.

Tras eso, los vecinos y comerciantes, en apenas dos horas, de boca en boca y a través de redes sociales, convocaron una protesta que concluyó a la medianoche, cuando se tuvo la constancia de que las tres personas que estaban en el narcobajo lo abandonaron escoltados por la policía.

Eran dos hombres y una mujer los que se encontraban en el interior cuando se inició la concentración. Se encerraron y al poco tiempo hubo un gran despliegue policial en la zona. Una decena de agentes se pusieron en la puerta del narcobajo y hablaron con sus ocupantes. Estos les transmitieron que querían salir y así fue. Los funcionarios los sacaron de uno en uno y los evacuaron en coches patrulla.

El narcobajo de Monasterio de Bergondo desalojado por la presión vecinal ya está tapiado. Objetivo conseguido por los residentes y comerciantes, que solo pedían el cierre de ese punto negro de trapicheo que llevaba tres años funcionando y en los últimos meses mucho más.

Creen que con su acción «se acabó el ir y venir de toxicómanos y delincuentes en la zona. También se acabó el tráfico de drogas y los robos o asaltos». Del narcobajo solo quedó su antiguo rótulo (Herboristería Paracelso. Productos ecológicos y cosmética natural).

Ese bajo no estaba okupado. Había un inquilino que lo rentó hace tres años y este martes explicaba que era «una víctima más», pues dejó que vivieran con él unas personas que lo tenían «amenazado». Se fue ante los gritos incrédulos de los vecinos.

El Ayuntamiento califica de «comportamiento inapropiado» la acción vecinal

La concejala de Interior, Atención Ciudadana, Seguridad Ciudadana y Tráfico, Montserrat Paz, se refirió ayer a la concentración protagonizada por los vecinos de O Ventorrillo frente al narcobajo de Monasterio de Bergondo. Para ella, como para el resto del gobierno local, «fue un comportamiento inadecuado». La edila dijo que entendía a los vecinos y comerciantes afectados. Recordó incluso que se había reunido con la asociación vecinal el pasado viernes para trasladarles «el total compromiso del Ayuntamiento en solicitar a la Policía Nacional, que es la que tiene la competencia, un mayor número de agentes».

Montserrat Paz pidió que este tipo de acciones vecinales «no vuelvan a ocurrir porque en ellas pueden producirse acontecimientos irreparables». Por ello, hace «un llamamiento a la calma» y solicita a los vecinos que dejen trabajar a las fuerzas del orden, que son las que tienen verdaderamente que actuar contra la inseguridad. «Entiendo perfectamente la preocupación de residentes y comerciantes, pero es la policía la que tiene que llevar a cabo esas actuaciones contra los delincuentes», concluyó.

Al respecto, Mónica Lema, vecina de la zona, asegura que «llevábamos muchos meses llamando a la policía a diario porque el barrio se había vuelto muy peligroso. Además, pedimos al Ayuntamiento varias veces que actuara. Y como todo seguía igual, no nos quedó otro remedio que manifestarnos. Y lo hicimos de manera civilizada, sin violencia de ningún tipo».