Esta lavandería era una discoteca

Toni Silva BETANZOS / LA VOZ

BETANZOS

ANGEL MANSO

Las Camelias ha duplicado su plantilla en la vieja sala El Globo de Betanzos. El volumen de ropa que les llega es un termómetro del turismo en Galicia

25 sep 2022 . Actualizado a las 11:16 h.

Una lavandería como la de Iván puede ser un estupendo termómetro social. Durante este verano, solo con la ropa que llegaba de los hoteles, aquí podían certificar que Galicia había sido colonizada por los turistas y los peregrinos. Entre el 15 y el 25 de agosto lavaban una media de 8.000 kilos de ropa, cuando la cantidad estándar es de 6.000 y la previsión para el otoño bajará a 4.000. Hay muchas historias interesantes entre lavadoras y secadoras, como las circunstancias e interrogantes que vivieron durante la pandemia. Pero antes conviene contar la propia historia-milagro de esta empresa familiar, que nació en el año 2000 en el bajo de una casa de Coirós por iniciativa de Fina Orgeira, la madre de Iván, quien este verano trasladó el negocio a una vieja discoteca en las afueras de Betanzos. No puede haber mayor paradoja: Lavar en un viejo templo del sudor y manchas de alcohol.

A Iván López le llevó dos años hacerse con la vieja sala de fiestas El Globo. «Eran 13 propietarios y solo uno estaba vivo, tuve que moverme para pedir poderes en Alemania, Argentina…», relata. Y cuando se convirtió en el dueño, comenzó un proceso de derribo que ha dejado esta instalación en varias estancias diáfanas y marcadas por el propio proceso de la lavandería.

Pasear por Las Camelias es como caminar por un museo científico. Entramos por la llamada zona sucia, donde se descarga y clasifica una ropa a la que le espera una colección de lavadoras industriales con carga para 30, 60 y hasta 150 kilos, un mastodonte con capacidad para voltear el interior una vez acabado. Pasamos a la «zona blanca», donde la ropa ya está limpia y desinfectada. Aquí pasan por líneas de planchado y secado. En una esquina, un empleado mete toallas por una cinta que las hace desaparecer en el interior de una máquina y las devuelve perfectamente dobladas.

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Por el medio se observa la procedencia de la ropa, marcada en los carros de traslado: pazos de Oleiros, albergues, ruta de los geriátricos,… Abarcan negocios muy variados en un radio de 200 kilómetros. «Trabajamos mucho el hospedaje del Camino Francés e Inglés», relata Iván, militar de carrera que se encontraba en la banda militar en Burgos cuando su madre fundó el negocio. «Al principio dábamos servicio a restaurantes de la zona, negocios de proximidad, alguna peluquería», explica Iván, quien se incorporó al negocio en el 2003, aprendiendo de otras compañías del sector y buscando fórmulas para alcanzar el servicio óptimo para sus clientes. Han pasado de 8 a 20 empleados, y siguen creciendo desde este edificio que celebró muchas noches de fiesta. «Betanzos está muy bien comunicado para un negocio así».

Una firma indispensables en A Coruña durante la pandemia

Cuando llegó la pandemia, Iván pensó que tendría que afrontar un cierre temporal. Algunas grandes empresas del sector comenzaban a firmar despidos. Pero a Las Camelias le cayó una lluvia de encargos. «En el Ayuntamiento de A Coruña nos pidieron ayuda para gestionar los pabellones para indigentes, e hicimos operativos en sectores que no podían parar, como Reganosa, Aspronaga o los geriátricos», explica López. Recuerda que fueron semanas de mucha incertidumbre «por todo lo que podía venir en las sábanas que nos llegaban para lavar». Así que los empleados, entonces aún en Coirós, se enfundaron en epis e hicieron dos turnos por si el covid se colaba entre ellos.

Superada la pandemia, ahora este empresario sufre otros quebraderos muy diferentes. «Gastamos un 35 % más en energía». Pero lo dice con una sonrisa. El negocio marcha.