La ermita de San Benitiño

ANA FARIÑA

CAMBRE

09 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

VOY a contarles una historia real. Hace treinta y tantos años, cuando nació mi hermana pequeña, la felicidad de mi casa se empañó porque la niña tenía una mancha roja en la cara, exactamente encima de un ojo. El doctor que consultaron mis padres les que «era un angioma, y que no se preocuparan porque desaparecería por sí sólo». No fue así. Bueno, sí fue así, les explico: desapareció pero gracias a San Benitiño, o eso creemos en mi casa. Una parienta recomendó a mis padres que llevaran a la niña a la ermita de San Benito de Anceis, en el municipio coruñes de Cambre, el día 11 de julio o cualquier otro domingo del mes. Había que ofrecer a la criatura, oír misa, tener fe y pasarla por un agujero de piedra que hay en las paredes de la iglesia. Y así se hizo durante varios años. La mancha de su cara desapareció. Y mis padres siguen yendo cada verano. Esta historia me vino a la cabeza cuando vi esta semana por televisión a la pequeña infanta Leonor, que era ofrecida a la Virgen de Atocha.