Lo individual y el conjunto

Hugo Álvarez Domínguez

A CORUÑA CIUDAD

Apertura de la temporada de la Sociedad Filarmónica de A Coruña.
Apertura de la temporada de la Sociedad Filarmónica de A Coruña. MIGUEL MIRAMONTES

S. Roussev, violín; H. Demarquette, cello; S. Bartal, piano. Obras de Beethoven y Mendelssohn. Sociedad Filarmónica de A Coruña. Teatro Rosalía Castro, 21 de septiembre

23 sep 2023 . Actualizado a las 13:15 h.

Para abrir temporada, la Sociedad Filarmónica de A Coruña invitó a tres solistas de prestigio para hacerse cargo de dos obras canónicas del repertorio de trío. Svetlin Roussev al violín, Henri Demarquette al cello y Suzana Bartal al piano poseen carreras que responden por sí solas; sin embargo, en este concierto faltó algo de esa amalgama indispensable que es la base de la música de cámara. Dio la sensación de de estar ante tres grandes músicos individuales que funcionaron a menor nivel como un conjunto.

En el  Trío Fantasma, de Beethoven, se pudo pedir mayor equilibrio entre los tres instrumentos (por momentos insuficiente presencia del piano de Bartal, y Roussev interpretando con sumo cuidado la parte del violín) aunque el cello de Demarquette tuviese una intervención muy destacada y la versión se enderezase conforme avanzaban los movimientos. Un sonido más amplio hubiese sido de agradecer, el fraseo pudo ser más variado, y faltó diálogo entre los músicos.

Mucho mejor el Trío con piano número 1, de Mendelssohn, interpretado (ahora sí) con fuerza y convicción. El sonido fue más amplio y rico por parte de todos y salió a relucir el carisma de los tres grandes músicos que había en el escenario, con un empaste y un empuje más que notables en especial en los dos movimientos finales: Roussev voló más libre, Bartal ganó en presencia, y Demarquette supo mantener su alto nivel. Así, sí.

La diferencia entre ambas obras fue notable y mostró con creces que la dificultad de la música de cámara no radica tanto en tener intérpretes de renombre como en alcanzar la conjunción precisa. No hubo propinas en un concierto que bien pudieron ser dos; porque los intérpretes nos llevaron en apenas unos minutos de un Beethoven frío y calculado a un Mendelssohn muy bien resuelto. Quedémonos pues con esta última obra.