El joven de 22 años Yoel Quispe recibió sepultura en el cementerio de Feáns entre grandes muestras de dolor. El caso será investigado por la Unidad de Delincuencia Organizada y Violenta
29 dic 2023 . Actualizado a las 20:48 h.El silencio gritaba este miércoles en el cementerio coruñés de Feáns. Nadie hablaba. Todos estaban mudos. Y destrozados por el dolor de perder a un chico «trabajador, que no acababa más que de empezar a vivir y era el principal sustento de los suyos». La familia y amigos de Yoel Quispe, el chico de 22 años que el pasado día 24 recibió una puñalada mortal cuando regresaba a casa después de una noche junto a sus amigos, lo despidieron entre muestras de gran dolor. Las lágrimas caían sin sonido en una tarde lluviosa. Muy fea. Al frente de todos estaba su madre, completamente abatida, sin parar de llorar, abrazada y sujetada por sus más allegados. Tras estos, una gran multitud de amigos. En riguroso luto. A ninguno de los que conocía a Yoel se le echó en falta. Allí estaban los compañeros que coincidieron con él en alguno de los establecimientos hosteleros en los que trabajó. Uno de ellos recordaba entre lágrimas que pocas horas antes de ser asesinado, lo llamaron de un restaurante por si podía ir a trabajar. «Ya no le daba tiempo, además, había quedado con sus amigos para salir de fiesta. Qué pena. Si hubiese ido al curro. Nada le hubiese pasado», dijo uno de sus amigos.
A sus amigos había que arrancarles las palabras. Cuando se les preguntaba si sabían algo de quién pudiese ser el autor o si tenían conocimiento de cómo iba la investigación, todos coincidían en que la policía, «sabe de sobra quién fue el criminal». La calle donde sucedieron los hechos, en la confluencia de las calles Juan Flórez y Sinfónica de Galicia, está llena de cámaras y algunas de ellas, cuentan fuentes de la investigación, recogieron la brutal agresión. Más allá de eso, la policía recogió testimonios de las personas que acompañaron a Yoel aquella noche. Los agentes saben con quiénes se produjo una discusión previa.