Dueños de pisos vacacionales en A Coruña: «No es más rentable un alquiler turístico, tiene muchos gastos y gestión detrás»

Mila Méndez Otero
m. m. otero A CORUÑA / LA VOZ

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Los propietarios de viviendas turísticas que viven en el exterior reivindican la función de los arrendamientos a corto plazo, «somos útiles para la ciudad», defienden

27 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Son conscientes de que los señalaron y los pusieron en el ojo del huracán como una de las causas de la falta de pisos en el mercado del alquiler en A Coruña y su consecuente y continuo repunte de precios. Sin embargo, los propietarios de las viviendas de uso turístico reivindican la compatibilidad de ambas fórmulas, el alquiler tradicional y la pernoctación por temporadas.

Suponen una comunidad de 1.077 casas según el Rexistro de Empresas e Actividades Turísticas de la Xunta (el 0,7 % del parque inmobiliario de la ciudad). Aunque las hay en todos los barrios, son vías como la calle Orzán las que concentran la mayor parte, aquí con 35. En algunos casos, sus dueños residen en latitudes lejanas, como Alejo Santolino, vecino de Os Castros que vive en Moscú, donde es profesor de español. «Estoy fuera por motivos familiares, desde que me casé con mi exmujer. No me he vuelto porque estoy peleando la custodia de mi hijo. Mi objetivo es regresar a A Coruña», cuenta desde la capital rusa.

Mientras la vuelta no es posible, alquila su piso a través de la plataforma Airbnb. «Lo hago desde el 2019 por unos 30, 40 euros el día en temporada baja. Está en Os Castros, tenerlo como alquiler turístico me permite usarlo cuando voy a A Coruña y mantener las raíces con la ciudad. Está en el barrio en el que me crie y en él no hay hoteles, casi no tenía otra alternativa», explica.

Con lo que gana hace frente a los gastos, comenta Alejo, que a su vez vive de alquiler en la ciudad rusa. Su familia lo ayuda con la entrega de llaves, limpieza y reposición de enseres como toallas o sábanas. «No es más rentable un piso turístico que un alquiler normal, tienen muchos gastos y gestión detrás y damos una solución a vecinos que tienen invitados, personas que vienen a realizar trabajos temporales o por cuestiones médicas o formativas. Ofrecemos una solución como alquileres de medio plazo», defiende el profesor coruñés, que forma parte de Aviturga, la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia.

Pendientes de María Pita

Desde Moscú está pendiente de la próxima decisión que adopte el Ayuntamiento. Pretende limitar el uso de los pisos turísticos, como estipulan el PXOM y el Pepri de la Ciudad Vieja, que los circunscribe a bajos, primeras plantas o edificios enteros. Unos 450 estarían fuera de norma según esto. Tanto su cierre como el posible cambio de uso del resto, de residencial a terciario u hotelero, están sobre la mesa.

«Creo que se han demonizado por el uso que se les dio al principio en determinadas ciudades. Mucha gente no sabe que ya están reguladas por la Xunta, que los ingresos se declaran a Hacienda y las plataformas de alquiler suministran estos datos automáticamente al Estado», enumera Alejo, que afirma: «Somos útiles a los vecinos del barrio».

A Gabriel Míguez, que reside desde el 2012 en Berlín por motivos profesionales, y donde vive de alquiler, tampoco le parecen justas ni las críticas ni los planes municipales. Desde agosto del 2023 alquila su vivienda, cerca de la futura estación intermodal. «Mi idea es alquilar a turistas en julio y agosto, mientras que de septiembre a junio lo quiero reservar a estudiantes. La tarifa está en los 90 euros el día. La mensual, para los estudiantes, en 590. A estos ingresos tengo que restar IVA, comisiones, pagos a la Xunta, a Hacienda, mantenimiento y limpieza. Necesito contar con una persona o empresa para esto último», detalla Gabriel, que valora: «El alquiler tradicional no tiene la suficiente seguridad jurídica. En casos como el mío, que solo alquilo una vivienda y no vivo del alquiler, no nos pueden equiparar con un empresario hotelero». Su proyecto vital es regresar a su ciudad cuando se jubile. «Espero que en nueve años», anhela Gabriel.