Di Paolo (Oleiros): cocina casera siciliana y recetas familiares para viajar hasta Italia

Forman parte de una saga familiar en la que la restauración corre por las venas. Un mundo que mamaron desde la cuna en su Venezuela natal y que no les hizo dudar de que la propuesta gastronómica que ofrecerían en Di Paolo, el restaurante que abrieron a finales de noviembre en Oleiros, sería un homenaje a sus orígenes familiares. «Llevamos cincuenta años en la restauración. Tenemos muy interiorizada la cocina italiana por nuestros abuelos maternos, que son de Sicilia. Esa base unida con todo lo que aprendimos en otros restaurantes es lo que nos hizo apostar por una cocina italiana casera, donde cada salsa y cada preparación las hacemos nosotros al momento», explica Geam Paolo Demoniz, uno de los pilares junto a sus hermanas, Johana Paola y Paolina, de este coqueto y moderno local en la zona de O Seixo. «A pesar de nuestros nombres, Di Paolo es un homenaje a nuestro abuelo, que se llamaba como yo. Es en su memoria», comenta con cierta emoción.

Ejemplo de esa cocina italiana de toda la vida son los arancini, unas bolas de arroz rellenas de un delicioso guiso de carne con queso, que se rebozan y se fríen. «Mi madre es la especialista, es la encargada de prepararlos. Es una receta que le quedó en la mente desde que se la enseñó su tía. No la metimos en la carta y ahora nos arrepentimos, pero vamos a tener que incluirlos porque están triunfando», asegura entre risas. De ese mismo corte tradicional es la melanzane alla parmigiana —una especie de lasaña de berenjena con una gustosa salsa de tomate, jamón cocido, mozarela y grana padano gratinado—, o los involtini di zucchine, unos rollitos de calabacín al horno en el que la mezcla de espinacas con queso ricotta los convierte en un agradable bocado.

No falta en la carta una amplia variedad de pastas frescas, ya sea en versión corta, larga o rellena, que combinan con buena mano con diferentes salsas que preparan con ingredientes frescos y que consiguen sorprenden al paladar. Destacan los fettuccine mare e monti, una pasta larga negra a la que la mezcla de langostinos, champiñones y salsa de tomate le sienta perfecta, o los espaguetis, ya sea con salsa carbonara —«es la auténtica, sin nata», matiza el hostelero—, o amatriciana, que preparan con guindilla, ajo, albahaca, queso, tomate y guanciale, una especie de bacon, pero más intenso en sabor.

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Cuentan con una amplia variedad de pizzas originales y cuidadas en las que conjuntan ingredientes horneados con otros productos que añaden en crudo, una vez fuera del calor. «El jamón se lo ponemos cuando sale del horno para que simplemente lo caliente la propia pizza y no pierda las propiedades», explica. La de champiñones y jamón cocido, la calabrese, con un toque picante, o la burrasera, con tomate cherry, jamón serrano, rúcula, burrata y aceite, están entre las favoritas de los clientes. Es de obligada prueba la pizza de la casa, donde la original elección de ingredientes —además de la base de salsa de tomate y mozarela, lleva bacon, berenjena, queso de cabra, nueces y emulsión de mermelada de higos— no deja indiferente.

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Completan la carta cuatro risottos diferentes, con protagonismo del mar o con ingredientes vegetales, y platos de carne o pescado.

El broche dulce lo ponen los postres, clásicos y caseros, entre los que destacan los cannoli, una especie de cañitas de masa rellenas de crema de queso ricotta y pistacho. La panna cotta o el tiramisú también son buenas opciones, así como los cócteles. Ahí se lleva la palma el Aperol Spritz. «Llevamos muy poco abiertos y la gente está respondiendo bien. Suelen repetir visita para probar otros platos. Vamos poco a poco, pero el boca a boca parece que está funcionando», concluye con satisfacción.

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