Mónica Fernández-Aceytuno, bióloga y escritora: «Si te fijas, el amor empieza siempre por un nombre»

OZA-CESURAS

aceytuno
CESAR QUIAN

Reconocida con un premio nacional a la naturaleza, presenta el último tomo de su genuino diccionario, este domingo, en Mar de Mares

09 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Mónica Fernández-Aceytuno (Villa Cisneros, Sáhara Occidental, 1961) es un diccionario abierto. La Premio Nacional de Medio Ambiente a la Conservación de la Naturaleza (2003) y vecina de Oza dos Ríos (Oza-Cesuras), donde es una de las voces más activas en la defensa del monte do Gato, tiene la capacidad extra de hacer que todas las palabras suenen hermosas. Su reto de recopilar los nombres de la naturaleza en su Diccionario Aceytuno va por la cuarta entrega, las 104 palabras del mar, que presenta este domingo 9 en el Festival Mar de Mares, con firma de libros y una charla a las 18.00 horas en el mercado de San Agustín ( A Coruña).

—¿Por qué 104 palabras?

—Porque si sumamos los números da cinco, y es otra forma de escribirlo. ¿Y por qué cinco? Porque para mí es el primer número de la naturaleza. Cinco son los dedos de la mano, los brazos de una estrella de mar, los pétalos de la flor de la magnolia grandiflora. La primera flor que se abrió sobre la tierra, hace 200 millones de años, era una flor muy parecida. Enorme, olorosa, blanca y con simetría pentámera. Y en algún momento hay que parar [sonríe].

—Después de escribir tres tomos, ¿el mar pedía su propio espacio?

—Todo el mundo ama el mar. Este tomo es sobre el vocabulario marino, que no marinero. Los marineros tienen un lenguaje riquísimo que es imposible resumir aquí.

—¿Por qué esta necesidad de nombrarlo todo?

—Las palabras son el puente colgante que nos une a la naturaleza, es importantísimo no perderlas, y se van a perder si no se ponen en circulación. Además, vemos más cuando sabemos nombrar. No es estar en la playa y pensar solo qué protección te pones. Seguro que muchas veces te has fijado en esas ondas que van y vienen y trazan arcos superpuestos. Eso es el rebalaje. Si lo sabes nombrar, ya lo contemplas de otra forma.

—Porque lo familiarizamos...

—Si perdemos las palabras, estamos perdiendo la capacidad de comprender y sentir la naturaleza, una de las cosas más bonitas de la vida. Vamos a hacerla más nuestra. Es como cuando pones nombre a un animal. O a un hijo. En el momento en que lo nombras, lo quieres más. Comprendemos a través del lenguaje, a los terneros que van al matadero no le ponen nombre, para no establecer un vínculo. Si te fijas, el amor empieza siempre por un nombre.

monica

—Sus diccionarios están siendo un éxito inesperado.

—Sí, y también me ha sorprendido la acogida de las publicaciones en Twitter. Me voy acercando a los 20.000 seguidores, Es una forma de divulgación que se adapta a los nuevos tiempos. Hay palabras con un impacto tremendo, de 100.000 reacciones.

—Escoger seguro que es difícil pero, ¿nos podría decir algunas de sus palabras predilectas?

—Bruar, bramar el mar; brizar, acunar como las olas; tremelucir, temblar una luz sobre el agua; enmaraxe, adentrarse en alta mar hasta perder la vista de la tierra; maresía, respirar el mar, su aliento. Son muchas, celajería, encuaresmado, tubará, chiribitas...

—¿Habrá más tomos?

—Estoy ultimando otro libro, al margen del diccionario y ya con el respaldo de una editorial, y también preparo el quinto tomo, sobre las palabras del campo. Esta es una obra que no voy a terminar nunca. Eso me gusta, espero que sigan otros, dejar iniciado ese camino.