El callejero fantasma de A Coruña: «¿Cómo que vives en Antón Vilar Ponte? Eso no existe»

VIVIR A CORUÑA

Algunas calles mantienen nombres antiguos. Esta del Ensanche ahora se llama Antón Vilar Ponte
Algunas calles mantienen nombres antiguos. Esta del Ensanche ahora se llama Antón Vilar Ponte

El nomenclátor urbano ha ido modificándose en los últimos años, desde que la Ley de Memoria Histórica obligó a renombrar algunas vías. ¿Ha dejado Cabo Santiago Gómez de serlo «de facto»? ¿Alguien le llama Avenida do Porto a Alférez Provisional?

19 sep 2023 . Actualizado a las 14:33 h.

La calle 14 de diciembre dejó de rendir tributo al gran Referéndum de 1966 para homenajear a José Manuel Liaño Flores. Era 2001, así que el que fuera alcalde de A Coruña en los años 70 pudo pasear por la vía que lleva su nombre, en el Agra, nada más ser inaugurada. Quedó plantada una semilla que germinó con la llegada de la Ley de Memoria Histórica, que puso a las ciudades españolas a actualizar su nomenclátor urbano.

Entre el 2008 y el 2019, una veintena de calles herculinas abandonaron la impronta franquista que arrastraban para lucir nueva cara. Tiempo suficiente para que los vecinos se hayan acostumbrado a sus nuevas direcciones, o así lo considera el Ayuntamiento, que retiró las placas donde convivían el nombre antiguo y el actual porque «ya se deberían conocer las nuevas denominaciones». Poniendo un pie en las vías renombradas, sin embargo, uno se encuentra de todo. Hasta negacionistas. Blanca se mudó hace poco más de un año a Antón Vilar Ponte, una perpendicular a Juan Flórez. Cuando hace unos meses le explicaba a una compañera de trabajo dónde era su nueva casa y que a partir de entonces serían casi vecinas, la interlocutora se mostró escéptica: «¡Pero esa calle no existe!». Y añadió: «¡Será División Azul!». 

Los 40.000 españoles que lucharon contra la URSS de la mano de la Alemania nazi dejaron de tener relevancia en el trazado de A Coruña en el 2016, cuando esta cuesta pasó a honrar a este escritor y periodista de Viveiro. Esta céntrica calle se divide entre los jóvenes que acaban de aterrizar en ella y desconocían el odónimo anterior y los mayores, que prefieren llamarla «como se hizo toda la vida». Así lo explica un cerrajero de la zona, que según con quién hable nombra esta calle de una manera u otra.

Ocurre algo similar en la extinta Cabo Santiago Gómez. En el 2017 los coruñeses tuvieron que acostumbrarse a dejar de mencionar a este militar golpista para referirse a esta concurrida vía, y empezar a hablar de Sinfónica de Galicia. Seis años después del cambio, en esta zona son pocos los que han implementado el nuevo nombre a su vocabulario. Hay vecinos tajantes que dicen que no van a modificar «ahora» su forma de hablar, otros que comentan que la costumbre ha vencido a los esfuerzos por referirse correctamente a esta calle y los que, con tesón, lo han conseguido. Lo dice José Luis, que trabaja en el Colexio Oficial de Enxeñeiros Técnicos Industriais de A Coruña (Coeticor): «Es importante hacer estos esfuerzos aunque cueste un poco, pero el 80 % de la gente que conozco de la zona llama a esta calle Cabo Santiago Gómez». Aquí esto no entiende de edades, pues, por ejemplo, María, de 31 años, sigue escogiendo este nombre aunque sepa que ya no existe. «Me pasa con Comandante Barja, que nunca sé cómo es ahora», dice refiriéndose a la calle Riazor.

 

Justo pone en plena Ciudad de Lugo un jubilado el tipo de odonimia que debería imperar en la ciudad. «Creo que tendrían que ser nombres sin carga política, de lugares o de flores. Por eso me parece bien, sin meterme en cuestiones ideológicas, que las calles franquistas desaparezcan». Sí se moja Ana. Treintañera y residente toda su vida en General Sanjurjo —cuando en el 2016 pasó a ser Avenida de Oza ya no vivía en la ciudad—, mantiene que «no debería haber calles, plazas o aeropuertos con nombres de personas que causen dolor a una gran parte de la población», y añade que ella y su familia se habituaron fácilmente al cambio (y eso que esto supuso una numeración diferente para su edificio) pese a los trámites burocráticos que tuvieron que asumir. Indica, aún así, que «quedan taxistas, y es algo que me llama la atención y me parece raro, que aún no han cambiado el chip».

Cambiar el nombre de una calle es más que un gesto o un golpe en la mesa. Y mucho más si se cambia el nombre, por ejemplo, de un hospital. En el 2007, con la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, el Juan Canalejo pasó a ser Hospital Universitario A Coruña (Chuac). La calle del Orzán que hacía referencia a este falangista español también sufrió una modificación, y pasó a llamarse en el 2015 calle del Socorro, como se la conocía antiguamente.