Cuarenta años del ciclón Hortensia, la primera vez que A Coruña se preparó «para lo peor»

La Voz REDACCIÓN

VIVIR A CORUÑA

Con vientos huracanados, se suspendieron las clases y el transporte, al tiempo que las autoridades recomendaban quedarse en casa. Un hombre de 77 años perdió la vida en la calle Justicia tras ser golpeado en la cabeza por una teja

04 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La predicción meteorológica no es una ciencia exacta. Siempre entraña riesgos. Sin embargo, ignorar la voz ante las alertas de los científicos puede resultar fatal, tanto para la ciudadanía como para los responsables públicos que las toman. Un ejemplo claro es la mala respuesta ante el temporal de frío y nieve que asoló el centro de España durante el mes de enero del 2009. Una crisis que dejó ese trabalenguas famoso de Magdalena Álvarez, la ministra de Fomento en ese momento: «Si la borrasca cambió de forma impredecible, no las pueden predecir, y si no la predicen quienes la tienen que predecir, ¿cómo quieren ustedes que lo vayamos a predecir aquellos que estamos esperando la predicción?», dijo en sede parlamentaria.

Eso no sucedió en 1984. La España en desarrollo de mediados de los ochenta se preparó concienzudamente ante un gran aviso meteorológico, el de Hortensia, una borrasca intensa de 985 milibares que solo dos días antes perdía su condición de huracán en su paso por el noroeste de las Azores. El fenómeno quedó en el imaginario social como uno de los frentes huracanados más dañinos en la historia de Galicia, con vientos de 150 kilómetros por hora, pero también como la primera vez que se combatía con un dispositivo de prevención.

NOTICIA DE LOS DESTROZOS DEL HORTENSIA PUBLICADA EN LA VOZ
NOTICIA DE LOS DESTROZOS DEL HORTENSIA PUBLICADA EN LA VOZ

La crónica de La Voz de Galicia Preparados para lo peor, escrita por José A. Caciño, hizo hincapié en la labor que hicieron las administraciones y los servicios de emergencia para mitigar los efectos de Hortensia: «Se ha mostrado que es posible trabajar coordinadamente por encima de las disputas entre distintos niveles de la administración. La alerta dispuesta desde Madrid fue aplicada inmediatamente desde la Delegación del Gobierno y apoyada por la Xunta de Galicia, que trabajó en perfecto entendimiento con los representantes periféricos de la Administración del Estado. Tampoco escurrieron el bulto las empresas de servicio público, ya fueran estatales o privadas (Telefónica o Unión Fenosa), ayuntamientos, diputaciones, el Ejército, la Armada, la Cruz Roja y un largo etcétera de funcionarios y trabajadores que supieron estar a la altura de las circunstancias».

Esta antelación de las autoridades no estuvo exenta de críticas. Durante los primeros momentos de la alerta comenzó a reinar el escepticismo ante las medidas de prevención desplegadas por las diferentes administraciones, sobre todo, porque el paso de Hortensia retrasó su llegada durante nueve horas. «Cualquiera puede imaginar la magnitud de la desgracia si los equipos de salvamento no hubiesen estado preparados para intervenir inmediatamente, si la población no hubiera sido alertada para evitar salidas innecesarias o si no se hubieran tomado medidas para paralizar la navegación», escribió la misma pieza. «Todos habríamos preferido que el montaje de Protección Civil se quedara en un simple ensayo, que solo costara unas cuantas horas de sueño. No fue así, y lo mejor que pudo ocurrir es que estuviésemos preparados para lo peor», añadía.

Los daños del Hortensia en A Coruña

La preparación no evitó el mayor de los males. Hortensia provocó la muerte a los 77 años de Benigno José Garrido Arana, vecino de A Coruña. El suceso se produjo al ser alcanzado en la cabeza por una teja, cuando transitaba por la calle Justicia, a la altura del número 14, alrededor de las ocho y media de la mañana. Un momento del día en el que el viento más estaba azotando: entre las siete y las diez de la mañana, los bomberos efectuaron cuarenta y cuatro salidas: «La intensidad del viento era tal, que en la Plaza de Pontevedra, un conductor aterrado se refugió en un portal, tras abandonar su vehículo, momentos después de que este cambiase de sentido su marcha por una fuerte ráfaga de viento», escribió una de las crónicas de La Voz. «Mi hijo mayor iba al instituto en Zalaeta y quedó agarrado a un poste porque lo arrastraba el viento. Yo fui a trabajar cuando amainó algo», compartió un lector coruñés como recuerdo de ese día.

Durante esas primeras horas los coruñeses también sufrieron la caída del suministro de energía eléctrica, que no se restableció en parte de la ciudad hasta las once de la mañana. Las comunicaciones telefónicas también se vieron inutilizadas, como consecuencia de la caída de varios postes de la red. Y Radio-2 y Radio-3 de RNE solo pudieron emitir durante un corto período de tiempo, lo que impidió seguir la evolución y consecuencias del paso del temporal. En total, fueron cerca de medio centenar las personas que fueron atendidas en diversos centros hospitalarios de la ciudad. Además, ciento setenta y cinco personas, pertenecientes a cincuenta familias, quedaron a la intemperie al ser derribadas por la acción del viento las chabolas en las cuales vivían y que se encontraban ubicadas por distintas zonas de la ciudad, fundamentalmente en la periferia.

Daños materiales

En aquella jornada se hundió una casa en la calle de Panaderas, volaron las techumbres del cine Goya y la polideportiva del colegio de los Salesianos, y el Hortensia ocasionó importantes desperfectos en el tejado del palacio municipal, así como en la cúpula del palacete de Santa Margarita, el colegio Sanjurjo de Carante y el antiguo Matadero Municipal, que debido a su estado ruinoso tuvo que ser cerrado. Sin embargo, en el imaginario de buena parte de los coruñeses está el gran número de árboles arrancados durante la madrugada. Ese 4 de octubre la ciudad amaneció prácticamente alfombrada por ramas de árboles, especialmente en las zonas del parque de Santa Margarita, el cementerio de San Amaro y los jardines de Méndez Núñez. «Recuerdo el día siguiente. Todo parecía desolación en calles por las que hubo que transitar sorteando peligros derivados del Hortensia. Escaleras oscuras, oficinas sin luz...», relató una lectora.

Klaus, la ciclogénesis explosiva que superó a Hortensia

Los récords alcanzados por el Hortensia no se superaron hasta el año 2009, con el paso de la ciclogénesis explosiva Klaus. Entre las 12 horas del viernes 23 de enero y las 12 horas del sábado 24, las rachas de viento superaron los 100 km/h en muchos puntos de Galicia, con máximos de 198.4 km/h en Estaca de Bares (A Coruña), 183.3 km/h en Malpica (A Coruña), 182.2 km/h en los Ancares (Lugo), 182.6 km/h en A Veiga (Ourense) o 178.8 km/h en Castro Vicaludo (Pontevedra). Estos datos superaron los precedentes históricos en Galicia, con rachas máximas alcanzando los 158 km/h en Monteventoso (Ferrol).

MeteoGalicia explicó que este fenómeno meteorológico se originó en el océano Atlántico durante la tarde del jueves 22 por el choque entre una masa de aire caliente tropical y otro frente muy frío, lo que dio lugar a una borrasca de pequeño tamaño, pero muy agresiva. La meteoróloga Chus Souto afirmó que «a diferencia del Hortensia, no se trata de los restos de un ciclón atlántico sino una borrasca de pequeño tamaño pero de mucha fuerza y que se movía con gran rapidez».

Hoy el término de ciclogénesis explosiva es un término más utilizado en los medios de comunicación generalistas y conocido por la mayor parte de la sociedad, pero en el año 2009 se desconocía por completo lo que era. Fue Klaus el que introdujo el concepto en la cultura meteorológica de los gallegos. En principio era una borrasca que se aproximaba a la comunidad gallega mientras perdía presión rápida e intensamente. Sin embargo, en menos de 24 horas su presión mínima central cayó desde los 994 a los 974 milibares. Es decir, 20 milibares en un día, una condición imprescindible para que un ciclón sea considerado actualmente como explosivo. Esa caída tan brusca aumentó la fuerza del viento.

La otra gran borrasca gallega, la de 1941

Llegó el 16 de febrero de 1941, cuando aún no se bautizaban los fenómenos atmosféricos. El ciclón nacía el día 14 en las Islas Azores con una presión discreta de 990 milibares. Sin embargo, en su recorrido hacia la costa oeste de la Península empezó a perder presión y 48 horas después se había transformado en una potente borrasca de 955 milibares. Son cifras propias de un huracán de categoría 3 y, lo más importante, tenía su centro de acción sobre Fisterra. En A Coruña los vientos que soplaban de forma constante alcanzaron los 110 kilómetros por hora.

La borrasca que arrasó Galicia hace 77 años reunía lo peor de Hortensia y Klaus. Los daños que genera un ciclón dependen más de su posición que de la presión mínima. Hortensia solo registró 985 milibares pero se posicionó lo suficientemente cerca para provocar caos y destrucción. La presión de Klaus fue menor y pasó un poco más cerca de la costa norte. Esto permitió que se midiesen rachas de viento por encima de los 200 kilómetros por hora. Pero la borrasca de 1941 atravesó literalmente la costa coruñesa y con una presión mucho menor.