«Lo que más me gusta de España es Elsa Pataky»

Angélica Martínez

CULTURA

El actor protagoniza «Viaje a Darjeeling», la nueva comedia de Wes Anderson

04 ene 2008 . Actualizado a las 11:59 h.

Pianista en el gueto de Varsovia, fotógrafo en la guerra de los Balcanes, galán a la antigua usanza en el King Kong de Peter Jackson, Adrien Brody (Nueva York, 1973) ha dado ya muestras de su talento para la interpretación. Es su pasión junto con las películas de Almodóvar, de quien se declara fanático, y la música hip-hop. Con sus enormes ojos de color gris y un tono de voz profundo y gutural, Brody cautiva al mundo a bordo de la nueva comedia de Wes Anderson, Viaje a Darjeeling (Darjeeling Limited), en la que encarna a uno de tres hermanos que recorren la India. Mientras, espera el estreno de Manolete y vive enamorado en los brazos de la española Elsa Pataky desde hace más de un año. La nueva pareja comparte piso en Santa Mónica Boulevard, no oculta su amor y lo pasea por medio mundo.

-En «Viaje a Darjeeling» vamos a ver a un Adrien Brody divertido. ¿Quién lo iba a decir, no?

-Sí. Durante todos los días del rodaje le di las gracias a Wes por ofrecerme esta película. Él pensó que yo podía ser divertido, soy un gran admirador de su trabajo y muchas veces he deseado formar parte de sus películas. Llamó a mi agente cuando yo estaba en España para tener una reunión conmigo, fue una auténtica sorpresa.

-¿Cuándo le ofreció Wes Anderson el proyecto?

-Yo estaba rodando Manolete cuando Wes me mandó el guión. Volé a Nueva York a encontrarme con él, almorzamos y discutimos la posibilidad de hacer esta película. Ambos estábamos interesados en el poder que tiene el sentido del humor en la vida de las personas.

-¿Cómo definiría el trabajo del director?

-Wes es todo un individuo, un hombre muy inteligente, con una calidad única en su trabajo, un hombre muy joven con quien es fantástico colaborar. Su sensibilidad, su inteligencia, su creatividad, son una aventura. A su lado uno siente que trabaja en familia. Él, Roman Coppola, Owen Wilson y Jason Schwartzman son como una auténtica familia, y yo me sentí como el cuarto o quinto hermano invitado al grupo, todos juntos en una misión.

-¿Permite Wes Anderson la improvisación o parece improvisación, pero todo esta bajo control?

-Es muy interesante ese aspecto del trabajo de Wes, uno siente que es libre, que improvisa, pero todo esta muy bien coreografiado, el diálogo es muy específico y el tiempo está medido. La naturaleza de la historia nos permitió a los actores cierta improvisación, pero todo estaba en el guión

-¿Se considera una persona espiritual?

-Esa es una buena pregunta. No lo sé, la verdad. Trato de estar conectado para mantenerme como un ser espiritual.

-¿Exige calidad en los proyectos que elige?

-Me he tomado unas vacaciones para estar con mi novia, Elsa. Quería descansar de tanto trabajo; ahora quiero ser más selectivo con las películas que escojo. Como actor soy afortunado porque tengo más oportunidades de trabajar que muchos otros compañeros. Solo se ofrecen buenas películas a un puñado de actores, el resto tiene que pelear para encontrar un trabajo. Este es un negocio muy difícil en el que no puedes obsesionarte con el aspecto comercial de la industria, sino con la calidad. Yo no quiero ser un actor genérico. La belleza de los filmes independientes es su originalidad.

-Su último filme, «Hollywoodland», de Allen Coulter, cine negro a la antigua, no funcionó muy bien.

-Es una historia inteligente. Me sorprendió que no funcionara, pero así es esta industria. Para mí lo importante es contar historias de calidad, únicas, originales, que lleguen a la audiencia. Prefiero la poesía al género comercial.

-Dicen que viajar a la India cambia la vida. ¿Es su caso?

-Es algo muy especial. A mí me ha hecho más abierto, siento que me acepto mejor en mi vida, he aprendido a dejar entrar el caos y la naturaleza impredecible de la India se ha colado en mi apartamento de Nueva York [risas]. Una vez que vas a la India siempre quieres regresar, es un lugar muy espiritual donde no hay energía negativa.

-¿Qué caracteriza a Adrien Brody?

-La integridad. Me considero un hombre íntegro y trato de mantener esa integridad en mi trabajo; si aun así puedo conseguir grandes papeles en grandes películas, pues fantástico.

-¿Se siente un intelectual que renuncia al lujo y el glamur de Hollywood?

-No he seguido el juego de participar con un papel pequeño en una película comercial. He evitado esa situación en varias ocasiones porque los papeles no me inspiraban, no creía que fuera el movimiento adecuado para mi carrera y afortunadamente he tenido la oportunidad de seguir trabajando sin arrepentirme de mis decisiones. Desde el punto de vista del negocio he tratado de mantener mi estilo de vida y mis gastos de manera conservadora, así podía tener más libertad para elegir los personajes. Aunque pasara mucho tiempo sin trabajar podía seguir viviendo: pero, bueno, sí, definitivamente, me gustaría elevar mi estilo de vida. Si eso llega lo pienso disfrutar.

-Sobre todo en una ciudad como Los Ángeles.

-Pero yo no soy de Los Ángeles, yo soy de Queens [Nueva York]. Vengo de una familia con unos padres creativos que me han apoyado siempre, que no tenían mucho dinero, y por eso el dinero no es importante para mí. Sin embargo la honestidad es fundamental en mi vida y la familia. Mis padres siempre han estado juntos y siempre he disfrutado de una vida familiar estable y buena.

-¿Pobres pero felices?

-Hombre, no nos estábamos muriendo de hambre, me daban lo que podían darme, pero no teníamos mucho. Casi toda mi ropa y todo lo que tenía hasta que terminé el colegio era de segunda mano. Nunca tuve un par de zapatillas caras o de marca. Hasta los niños se reían de mí porque mis zapatillas se caían a pedazos, pero me siento muy cómodo conmigo mismo.

-De su experiencia en España, ¿qué es lo que más le gustó?

-Ya lo he dicho en alguna ocasión. Lo que más me gusta de España es Elsa Pataky

-Ya llevan un año juntos. ¿Piensan casarse y tener hijos?

-Ya veremos. No es algo en lo que esté pensando en estos momentos, ni que vaya a compartir con la prensa.