El escritor Juan Gómez-Jurado se muestra algo decepcionado tras ver la película
23 may 2008 . Actualizado a las 19:45 h.Recomiendo ir al cine a ver Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal. Quería dejarlo claro desde el principio, porque ahora vienen los problemas.
Tanto Spielberg como Lucas no se han cansado de repetir desde el principio que esta es una película para los fans de Indy, y es cierto. Pero no por que la llevásemos reclamando años, sino porque es necesario e imprescindible haber visto las anteriores películas para dotar de las debidas emociones a un personaje que apenas dice nada durante toda la película. Parece que Harrison Ford estaba empeñado en demostrar que es capaz de prodigios físicos, ya que la película consta de eso y nada más. En los tiempos que corren, normalmente salgo del cine diciendo que a tal o cual película le sobran quince minutos, pero es que a esta le falta media hora, y eso que dura ciento veintisiete minutos. Tras un arranque espectacular, pleno de autorreferencias, el guión de Koepp y Lucas va perdiendo coherencia y plausibilidad para terminar convertido en un más difícil todavía. De impecable factura técnica, pero con poco sentido en general. No me entienda mal. La cuarta aventura de Indiana Jones es una película muy divertida, que prácticamente no concede ni un segundo de respiro al espectador, y eso es a la vez la ventaja y el problema. Literalmente, los últimos sesenta y cinco minutos de metraje son una sola secuencia de la que no se pueden apartar los ojos. Hay decenas de localizaciones diferentes y atractivas, la cinematografía es espectacular y los efectos especiales fabulosos en casi toda la cinta ?el ordenador canta un poco en los últimos cinco minutos?. Pero en lo tocante al argumento, esta vez Spielberg y Lucas nos han dejado todo el trabajo a los espectadores. Primero el de establecer las relaciones entre los personajes, que se intuyen pero que se despeñan por el tobogán de la acción sin que podamos pararnos a darnos cuenta de que aquellos chicos que están a punto de caer cascada abajo realmente nos importan. Y segundo el de reforzar la credibilidad de una historia que chirría un poco con respecto a las anteriores de Indiana (créame, sé de lo que hablo. Sumando las tres películas habré visionado la saga más de cien veces). El principal problema es de expectativas. Eran demasiado altas antes de pisar la sala del cine, y seguramente hizo que el disfrute de la historia descendiese varios enteros. No es una mala película, pero en su ritmo narrativo se asemeja más a La búsqueda, con Nicolas Cage, que a las aventuras pretéritas de Indiana Jones. Lo cual hace un poco irónico todo el asunto. El hombre que revolucionó el cine de aventuras, dejándose influir por los gustos de sus imitadores... Dicho esto, merece la pena ir al cine para disfrutar viendo a Harrison Ford de látigo y sombrero, para asombrarse con la alucinante fotografía de la película y para pasar un rato fabuloso, qué diablos. Baje sus expectativas, compre la entrada y no se arrepentirá. Mejor si va con un niño, ya que el nivel de violencia de la película la hace apta para cualquiera mayor de siete años. Eso sí, lo de la nevera es imperdonable. Ya sabrá de lo que le hablo cuando lo vea.