El aburrimiento de los corderos

Camilo Franco

CULTURA

La gala de los Oscar se entretuvo en publicitar las películas finalistas, ninguneó a Lauren Bacall, aupó a Jeff Bridges y acabó de manera atropellada saltándose el guión

09 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La gran fábrica de ficción duerme a los corderos en su cita más rutilante. Los que cobran por ser los grandes inventores de historias del siglo XX no consiguieron hacer amena la historia de sus celebraciones, entretenidos en los juegos de las felicitaciones y agradecimientos y en convertir la entrega de los Oscar en el más grande escaparate comercial de la temporada.

La gala, quizá por un guiño a la edición pasada y a los tiempos del esplendor de los estudios, comenzó como los musicales y terminó atropellándose como algunos cortometrajes. En el medio dilapidó su tiempo contando los argumentos de las películas, dando minutos a las actrices y actores, encumbrando a Jeff Bridges como estrella y olvidando la frase de una película de Tarantino que la prensa seria no puede reproducir a la hora de reducir el autobombo.

El número de danza inicial prometía ritmo, pero fue uno de tantos espejismos de Hollywood rematado por el descenso de Steve Martin y Alec Baldwin. Físicamente bajaron desde el techo del Kodak Theater, pero de ánimo permanecieron en el limbo envarado que tan lejos queda del Saturday Night Live. Los chistes quedaron cosidos a las necesidades comerciales de la gala, Martin camuflado de cómico soso y Baldwin dejando en muy buen lugar aquella parodia que Team America hizo sobre él con una marioneta. Mucha química entre ellos no segregaron y quizá lo más lúcido fueron algunas alusiones realistas a su provecta edad. La gala no consiguió ocultar que la generación que manda ahora en Hollywood ya ha tendido el puente hacia su jubilación y, según dicen sus especialistas, eso en términos de negocio es muy malo.

Aunque la ganadora en términos prácticos, simbólicos e históricos fuese Kathryn Bigelow, quien actuó como ganador fue Jeff Bridges. A pesar de que la gala marchaba a la velocidad del caracol, el actor se tomó su tiempo para exhibir el mismo repertorio de agradecimientos que el resto del mundo. El de Bridges tuvo como inconveniente que fue mucho más detallado y llegó hasta los del sonido.

Puede parecer preocupante para un espectador resistente que la aristocracia de la ficción no sea capaz de ser algo imaginativa a la hora de hablar a un auditorio con millones de espectadores. O que se crean que sus conmovedores agradecimientos familiares tienen algún interés para tanta gente que acaba de ver en el informativo cómo una torre aplasta a una paleadora en Chile con su conductor dentro.

Para los televidentes de Canal Plus, la lentitud se multiplicó porque la cadena se entrampó entre fiestas de actrices, actores y directores españoles que a la pregunta de cómo veían la competencia entre las películas respondían casi siempre que no habían visto Avatar.

Los excesos se pagan y la gala se entretuvo con los actores, dejó que Sandra Bullock se explayase, aunque no permitió que Lauren Bacall recibiese el aplauso que se merece por tantos años de imágenes memorables.

Pero no fue el único corte dela noche. Al final salió Tom Hanks y cuando todo el mundo esperaba que recitase los diez nombres de las películas nominadas, pronunció unicamente el de la ganadora para acabar con caos una noche aburrida.