El cantautor inglés publica un tercer disco sobre Woody Guthrie
23 dic 2012 . Actualizado a las 06:00 h.En mayo del 2013 se cumplirán treinta años de la aparición de Life's a Riot with Spy vs Spy, el primer disco de Billy Bragg (Barking, 1957). En estos tres decenios ha entregado once álbumes más, en los que ha ido aquilatando su fórmula musical, que combina la energía y la independencia del punk con la tradición folk inglesa y de la canción protesta norteamericana. Su implicación con la izquierda y el apoyo a causas sociales y políticas le retratan como un músico comprometido con su tiempo y su ideario, pero que tampoco rehúye hablar de sentimientos en sus canciones. En un pequeño café del este de Londres Billy Bragg habla de sus proyectos inmediatos -un nuevo disco con una nueva banda- y la conclusión de Mermaid Avenue, en el que junto a los norteamericanos Wilco puso música a letras que había dejado escritas el cantautor Woody Guthrie.
-Guthrie hablaba de lo que le preocupaba, indignaba o inspiraba. ¿Sobre qué cantaría ahora?
-Creo que cuando se produjeron las inundaciones debido al huracán Sandy habría estado allí, en Coney Island. Y habría escrito una canción titulada Everybody is a Libertarian Until Their House is Flooded [Todos los libertarios lo son hasta que se inunda su casa]. Yo mismo casi escribí esa canción cuando estaba en Australia. Lo vi en un tuit y pensé que era una genialidad. Si hubiese tenido más tiempo la habría escrito.
-Las buenas canciones protesta, como todas las buenas creaciones artísticas, le dicen algo nuevo a cada generación que las escucha, no importa el tiempo que haya pasado.
-Sí, pero, de una forma extraña, también cuenta el lugar de dónde procedes. En Mermaid Avenue hay una canción titulada All You Fascists are Bound to Lose. Bien: si yo fuese norteamericano y escuchase esa canción, la entendería como Guthrie la escribió, sobre la Segunda Guerra Mundial. Pero como europeo, en un contexto relacionado con el British National Party, sabía que podía utilizarla hoy y que su letra era contemporánea. Yo quería llevar esa sensibilidad europea a sus canciones y hacer que ver que no eran históricas, también eran contemporáneas. En Mermaid Avenue intervienen dos tipos de sensibilidades, la norteamericana de Wilco y mi visión europea.
-Pensaba en «Which Side Are You On», que nació en los conflictos de los años treinta, que usted cantó durante las huelgas de los ochenta y que ahora interpreta con una letra ligeramente distinta para referirse a la crisis actual.
-Sí, Which Side Are You On forma parte de la tradición, así que puedes cambiar la letra, forma parte del espíritu. Cuando reescribí la letra de La Internacional hubo gente que me dijo que cantaban mi versión pero que ellos también cambiaban la letra. Se trata de eso. Cada generación tiene que buscar su propia forma de afrontar sus problemas. La Internacional no me pertenece a mí, nos pertenece a todos.
-¿El hecho de que el mensaje de estas canciones no haya perdido vigencia no puede invitar al pesimismo? Todos estos años luchando y la batalla no ha terminado...
-Es otra forma de verlo. A la vuelta de la esquina está Cable Street, donde en 1936 la gente del este de Londres le paró los pies a los fascistas británicos. Cuando yo me involucré con el movimiento Rock contra el racismo, en la década de los setenta, creía que mis amigos y yo éramos los primeros en librar esta lucha, y cuando acudimos a las grandes manifestaciones nos encontramos con tipos que habían combatido en la Guerra Civil española y que también habían estado en Cable Street, que me aseguraron que otra gente había luchado esa guerra antes y la habían ganado. Ahora esa generación soy yo y le transmito el mismo mensaje a la gente más joven que está luchando por una sociedad mejor: que ya hemos luchado antes, que les hemos ganado y que volveremos a hacerlo. Parte de nuestro papel es ayudarles a que no se sientan solos en esta batalla. Cuando te enfrentas a los conservadores, cuando como clase trabajadora defiendes tus derechos, cuando combates el racismo, formas parte de una gran tradición. Tenemos muchas tradiciones en este país, no solo la monarquía. Y parte de mi trabajo es cantar esas viejas canciones para hacerle saber a la gente joven que pertenece a esa tradición.
-¿Y cuando se triunfa? Después de la Revolución cubana se produjo un debate entre músicos. Unos decían que en el paraíso socialista ya no había problemas sobre los que cantar y que había que hablar de amor...
-Eso no me lo creo. Tony Blair pensaba lo mismo. [Ríe].
-... mientras otros decían que de canciones de amor, nada.
-Hay un tiempo para las canciones de amor. Si no puedo cantar canciones de amor no quiero ser parte de tu revolución. Hay un tiempo para las canciones de amor y un tiempo para las canciones de acción. La lucha contra el racismo es especial, nunca hay que dejarla porque nunca llega a irse.
-Usted ha conseguido mantener ese equilibro en su música entre política y sentimientos.
-Un socialismo del corazón, eso es lo que siempre estoy buscando.