El Gran Wyoming: «Hoy no veo lugar para el optimismo, así que el rock es mi terapia»

CULTURA

Desde hace cuatro años el televisivo Wyoming da rienda suelta a sus pasiones y a sus devociones rockeras arropado por Los Insolventes. Mañana por la noche actúa a pie de playa en O Grove

10 may 2013 . Actualizado a las 12:46 h.

O Grove | El Náutico de San Vicente | Mañana | 1.30 horas | 12 euros

Aunque sobre el escenario asegura sentirse despojado de ataduras y más libre que en el plató de televisión, al Gran Wyoming le resulta complicado discernir en la conversación las cuestiones musicales de aquellas relacionadas con la actualidad social y política, de las que se ocupa a diario en El Intermedio. Salta de unas a otras con fluidez y aplica sobre ambas igual dosis de ironía, si bien cuando toca hablar de la realidad del país asoma en él una cierta sensación de desasosiego que quizá solo la guitarra sea capaz de aplacar.

-¿Cómo es un directo de Wyoming & Los Insolventes?

-Es un concierto de puro rock and roll. Hacemos un repaso a la música que nos gusta. Desde Chuck Berry hasta ahora. Versiones de todo tipo de grupos, también españoles, pero siempre bastante reconocibles, por lo que los conciertos suelen acabar convertidos en una gran fiesta.

-Vamos, que en esta época de grupos homenaje el suyo es a una generación.

-Es un homenaje a la música. Cuando a Ray Davies le preguntaron: «Y a usted, ¿qué música le gusta?», él dijo: «A mí, la música buena». Le replicaron entonces: «¿Cuál es la música buena?». Y contestó: «Pues la que me gusta a mí». A nosotros nos pasa algo así. Lo nuestro es un homenaje a la música que nos gusta.

-¿No hay composiciones propias?

-Hacemos solo dos o tres temas que yo ya tenía en un grupo anterior que se llamaba Paracelso y una canción que he compuesto para esta formación.

-No han editado ningún disco, pero sí un deuvedé en directo. ¿Por qué?

-Hacer un disco de versiones no tiene sentido. Las canciones que nosotros tocamos en directo ya están bien grabadas como están. Y el deuvedé lo hicimos para que quedara constancia del grupo. De hecho lo grabamos al principio. Ahora los conciertos ya son de otra manera.

-¿Qué tal su experiencia iniciática como guitarrista «frontman»?

-Ah, muy bien: estoy encantado porque yo toda mi vida me la he pasado rodeado de músicos que no me dejaban tocar. Me decían tú canta y di cosas, pero la guitarra déjala estar. Entonces, ahora que a Los Insolventes les saco más de veinte años de media, les he dicho: «Chavales, lo siento mucho, pero yo voy a tocar la guitarra porque me sale de los cojones». Y ya incluso me atrevo con unos solos que la gente celebra para desgracia del fantástico guitarrista del grupo, que los sufre.

-¿No sería quizá este el momento idóneo para revitalizar la canción protesta en cualquiera de sus vertientes?

-Pues sí, parece el momento adecuado. Pero yo estoy un poco desmoralizado porque creo que todo cae en saco roto. Hay como una especie de conciencia previa de que todo es inamovible.

-¿Dónde es más gamberro, en el escenario, en el plató o en la calle?

-Más o menos... Soy el mismo. Lo que sí noto es la calle un poco triste. La gente me dice: «Wyoming, dales caña». Y yo ya les contesto: «Joder, ¿y tú qué?». El ciudadano hoy delega mucho. Busca que le solucionen las cosas. Y los políticos lo único que van a solucionar es su propia existencia. Tenemos que asumir que nada va a cambiar si no lo hacemos cambiar nosotros. Por eso estos movimientos sociales que están surgiendo son tan interesantes. Y fíjate cómo los aplastan. Ellos lo que quieren es esa mayoría silenciosa.

-¿En alguna ocasión le han tentado para liderar un proyecto político o social?

-Sí, pero yo no sirvo para eso. En España, en los partidos políticos no hay libertad de voto ni de conciencia. Por no haber no hay ni primarias. Y así es muy difícil que alguien venda democracia, si ni siquiera la tiene en su seno.

-¿Ha llegado a sentirse amenazado?

-No, amenazado, no. Lo que sí he notado es que el tono ha ido in crescendo. Antes me cruzaba con alguna gente que me gritaba: «¡Viva España!». Ahora ya me dicen: «¡Arriba España!». Se nota un cierto orgullo de ser facha.

-Usted es licenciado en Medicina. ¿Cuál es el diagnóstico y cuál el tratamiento para la situación que vive el país?

-El problema es que estamos en manos de un traumatólogo cuando el diagnóstico es un cáncer. Nos están llevando hacia el polo norte para buscar café. ¿El remedio? Primero, haría falta un líder comprometido con su palabra. Y después, recuperar algo que se ha perdido por completo y que es que la primera obligación de cualquier mandatario es procurar el bienestar de sus ciudadanos. Y hoy lo que se está haciendo en España es exactamente lo contrario.

-Aparte de, lógicamente, a su equipo, ¿a quién más le debe «El Intermedio» parte de su éxito?

-Es triste decirlo, pero evidentemente hay una situación que nos favorece, y es que hoy los medios están atados de pies y manos.

-Y en ese contexto, ¿teme que peligre el programa?

-Mientras tengamos audiencia, no creo. La relación entre el coste y la audiencia que tenemos está muy bien. Pero también es cierto que un programa como el nuestro o como Salvados, capaz de liderar el prime time hablando sobre la educación en Finlandia, en cualquier otra cadena iría a las dos de la mañana.

-Últimamente el presidente de la Xunta les está dando mucho juego...

-[Se ríe] Es que lo que parecía un inocente paseíto en barca se ha convertido en un paseíto en barco a Estoril, en un viaje a Andorra vaya usted a saber a qué, en unas vacaciones en Ibiza... Vamos, que yo no tengo ningún amigo con el que me haya ido tantas veces de vacaciones. Y a pesar de todo eso sigue sin reconocer una amistad sincera con ese señor. En Francia, en Inglaterra o en Alemania esto sería absolutamente inadmisible. Pero aquí nos imponen las medidas económicas y las órdenes de Europa, pero no su escala de valores. Porque si aplicáramos las normas éticas que tienen en Alemania, en España no quedaría ni un diez por ciento de quienes ahora están ejerciendo en la política.

-¿Aún ve lugar para el optimismo?

-No mucho. Desmontar esto no va a ser fácil. Si la gente no es capaz de distinguir entre el bien y el mal y sigue pensando me da igual el mal con tal de que sea de los míos, va a ser complicado de arreglar.

-¿Utiliza el rock and roll como terapia?

-Totalmente. Los psicólogos se tienen, a su vez, que psicoanalizar porque se pasan el día recibiendo miserias ajenas. A mí me pasa lo mismo. Pero tengo mi propia terapia, que es la música.

-De insolventes a desahuciados hay un paso...

-Pues sí, está la cosa ahí. Por eso somos tan erráticos y con domicilio fiscal dudoso, para que no nos localicen.