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La bilbaína Marian Izaguirre lleva 20 años escribiendo, pero con La vida cuando era nuestra (Lumen) ha logrado su mayor éxito
22 jun 2013 . Actualizado a las 15:35 h.Es una de las revelaciones de la temporada. La bilbaína Marian Izaguirre lleva 20 años escribiendo, pero con La vida cuando era nuestra (Lumen) ha logrado su mayor éxito. Una novela que se desarrolla en la primera mitad del siglo XX en Londres, París, Normandía, Roma y Madrid, con el telón de fondo de las guerras que devastaron Europa. Varias prestigiosas editoriales, de Alemania, Francia, Italia y Holanda, compraron sus derechos antes de que se publicara en España. «Es una novela europea sobre la salvación individual a través de la lectura, la amistad de dos mujeres y los perdedores que no se dejan humillar, una foto en blanco y negro de un tiempo que ya no existe y de personas que resisten los embates de la historia para las que los libros son una religión», explica.
-¿Cómo surgió la idea de esta novela?
-Una persona me contó que le habían hablado de un sistema de márketing de un librero inglés de principios de siglo que había puesto un libro en el escaparate e iba pasando las páginas. A partir de esa conversación surgió.
-¿Tiene algo su novela de folletín romántico?
-Yo no lo veo así. El folletín es un género dulce y los personajes de mi novela son un tanto ácidos, tienen muchas sombras, no son seres redondos, creo que tienen matices para que no encajen dentro de ese género.
-Su novela va de un sitio y de una época a otra, con muchos personajes y narrada en primera y tercera personas. ¿Fue difícil encajar las piezas?
-Me gusta combinar la primera y la tercera personas incluso en un mismo personaje. Pero para mí lo más complicado fue ir con tanta frecuencia de un tiempo a otro. Hay dos historias paralelas, que en el fondo son la misma, que era complicado combinar. Ha sido una novela muy difícil de escribir, pero también la que menos tiempo me ha costado. Encontrar la voz es lo que hace andar la novela.
-Una parte de la novela tiene como escenario Madrid en 1951. ¿Por qué le atrajo?
-Es cierto que no vi lo que pasaba en 1951, pero sé lo que hacían mis padres, mis abuelos, los vecinos de mi escalera, porque me lo han contado. No es un época muy tratada en comparación con los 40. Es cuando desaparece la cartilla de racionamiento y empieza una nueva fase de la posguerra, todavía de dolor, resentimiento, represión, exilio interior, pero la gente empieza a querer mirar hacia otro sitio.
-Es un homenaje a los libros.
-Lo que me impulsó a escribir esta novela fue devolver a los libros y la literatura lo que les debo. Soy la persona que soy, no solo la escritora, que también, por los libros que he leído, las historias que he compartido. Los libros son vitales para mí, son mi pensamiento, mi mundo interior, y, como se dice la novela, a veces una tabla de salvación.
-¿Qué la diferencia de las anteriores?
-Las veo todas distintas y procuro que lo sean. Me niego radicalmente a escribir siempre la misma novela. Necesito cambiar, experimentar. Tiene de común con las otras la voz, la gente que me conoce me dice que cuando lee una de mis novelas es como si se la estuviese contando. En todas hay un proceso que podríamos llamar intimista, una dedicación a los sentimientos y a tratar de entender por qué los personajes se comportan de una manera o de otra y qué sienten.
-¿Habría sido escritora sin los premios que ha recibido?
-Siempre he tenido esa pasión dentro. Pero yo también tengo mis dudas. Los premios fueron un impulso para mí. Si no hubiera sido por los premios posiblemente me habría parado. Es un gran enigma para mí.
-¿Por qué está teniendo tanto éxito este libro?
-De esta novela gusta la portada, el titulo, la editorial, el tema, la imagen del librero poniendo el libro en el escaparate, la historia muy europea. Puse un post en Facebook con la foto de la portada, con los niños frente al escaparate de la librería, con este comentario: escribo sobre un tiempo que ya no existe sobre libros y gente que ama los libros. Gustó mucho. Orson Welles decía que lo peor que le podía pasar a un escritor es que cuando termina un capítulo la máquina de escribir no aplauda. Yo me sentí contenta y orgullosa cuando puse el punto final a la novela.
-¿Qué quiere decir el título?
-Hay momentos históricos, y no resultará difícil entenderlo en la situación que estamos padeciendo, en los que notas que te están expropiando de muchas cosas, te están quitando tus derechos, tu libertad, o tu sueldo, tu sanidad, tu educación... La frase me la dijo una amiga mía refiriéndose a la situación actual, a la crisis y los recortes. Me dijo «echo de menos la vida cuando era nuestra» y entonces le contesté que uno de mis personajes iba a decir eso. Me gusta también que tenga que ver con la realidad actual, en ese sentido es un acto de protesta porque ahora también nos están quitando la vida, a través de recortes de derechos sociales. Aquí parece que en algunas cosas estamos volviendo a los años 50, muchos jóvenes tienen que irse fuera y el otro día en el telediario dijeron que los parados tenían que rezar para no sentir ansiedad, se están riendo en la cara. Estamos viviendo cosas que creíamos que nunca volveríamos a ver. Y las estamos aguantando, pero no debemos olvidar que podemos llevar las riendas de nuestras vidas, pese a que nos intenten robar la realidad.