A «Presentimientos» le puede la ambición

M. A. Fernández VALLADOLID / E. LA VOZ

CULTURA

Santiago Tabernero aspira a la Espiga de Oro en la Seminci con su regreso al cine

21 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Paul Schrader es un tipo raro. Basta con leer la crónica Moteros tranquilos, toros salvajes, de Peter Biskind, publicado en España por el sello Anagrama, o simplemente repasar algunas de sus películas, para entender su complejidad y su toque de autor inconformista, cuya formación familiar calvinista le impidió ver una película hasta bien superada la adolescencia. Mundos sórdidos, redenciones personales, obsesiones religiosas y espirituales, miradas cáusticas sobre el propio Hollywood, todo eso planea sobre The Canyons, un filme que si bien luce la impronta del autor de Hardcore (1979) o American Gigolo (1980), tiene el sello del guionista Bret Easton Ellis (autor de la novela American Psycho). Un joven productor-director de trazos psicopáticos (el actor porno James Deen), su amante (Lindsay Lohan) y un cruce de relaciones de interés, sexo, morbo y lado oscuro centran un filme que Schrader aprovecha para declarar que «las películas ya son cosa del siglo XX» y que el cine ya no es lo mismo, de ahí su subrayado con unos títulos de crédito sobre fotos de complejos de multisalas y de cines ya abandonados en Estados Unidos.

Si Schrader participa fuera de concurso, Santiago Tabernero aspira a la Espiga de Oro, con su regreso al cine después de Vida y color (2005), adaptando libremente en Presentimientos (junto a Eduardo Noriega en su doblete de guionista y actor), una novela de Clara Sánchez. Dando por obvio el oficio que luce, la película fue bien recibida en general por la crítica, aunque le pueda demasiado la ambición. Planteada como un thriller romántico, y recurriendo al uso del flashback y a la narración paralela, jugando con la realidad y la ficción, con lo cual el recurso a lo inverosímil se hace casi permanente, me permito imaginar lo que habría hecho David Lynch con una historia así, y por qué no, el viejo Hitchcock. Una pareja con crío, en crisis (Noriega y Marta Etura), sufre una catarsis personal, que obliga al guion a una sucesión de idas y venidas, incluso de licencias excesivas (caso del policía), que desvirtúan un buen acabado. Filme interesante al que le falta modestia.