«La época de 'Cabaret Biarritz' es la de la pasión por vivir»

PACHo RODRÍGUEZ MADRID

CULTURA

José C. Vales, ganador del Premio Nadal 2015 de Novela, viaja a los locos años 20, a medio camino entre la comedia y lo periodístico

07 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

José C. Vales era un escritor latente, pero siempre entre libros, traducciones, ediciones. Alguien del medio pero no en el meollo de la autoría. En el 2013 publicó una novela que tuvo buena acogida: El pensionado de Neuwelke. Y otros datos abundan en su reconocimiento y prestigio en el sector, especialmente en la excelencia de sus traducciones (Stella Gibbons, Edmund Crispin, Wilkie Collins o Eudora Welty). Pero ahora es el premio Nadal 2015, y eso es un hito que eclipsa referencias pasadas. Y el autor zamorano lo sabe porque es de una generación que asocia este galardón a la historia de la literatura española con mayúsculas. En esa ilustre lista de galardonados ahora figura el nombre de este licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca que vive en Madrid y ahora viaja con su Cabaret Biarritz (Destino), una mirada a los locos años 20, de donde él saca un retrato de una época irrepetible en la que la libertad se imponía a cualquier otro criterio. Humor y trama van de la mano con un planteamiento novelesco y casi periodístico para contar otros tiempos.

-¿Entraba en sus planes el Nadal, con todo lo que conlleva?

-En absoluto. Me dedico a otras labores editoriales. Le pasé la novela a mi agente y me despreocupé. El Nadal para muchos es algo que estudiamos y nos parece muy importante. Esos autores los estudiábamos en el colegio, el instituto. Cómo iba a pensar que estaría aquí hablando de esto...

-¿Y cómo se siente ahora?

-Yo lo pensaba antes: ?¿cómo se sentirá alguien cuando gana un premio de estos?? Y te sientes contento de haberlo conseguido. Pero casi es más una responsabilidad formar parte de esa nómina de autores tan importantes. Y no te exime de hacer la comida o poner la lavadora. Aunque es una sensación fabulosa.

-¿Escribe ahora más seguro?

-No lo sé. En las cosas que he escrito después, es poco tiempo, creo que me sentí más inseguro. Igual no era tan consciente. Con Cabaret Biarritz solo quería hacer una historia de crímenes, amores recuperados, con una estructura un poco compleja, y con bastante humor. No tiene tesis complejas. Me lo planteé como una historia sin más complicaciones. Ahora me doy cuenta de que los caminos de la literatura son como los de Dios, inescrutables.

-Hay cierto guiño periodístico...

-Yo quise ser periodista, pero ir a Madrid a estudiar era muy caro para mi familia. Tiene ciertas maldades, con humor, como esa idea de que los periodistas son los que se aprovechan de las desgracias ajenas aunque solo sea para contarlas. En este caso, el personaje suma ese deseo al de pensar que algún día hará una gran novela, aunque se queda en unos testimonios que son al final los que la componen.

-¿Y dónde quedó esa vocación?

-Al final salió por la escritura. Los periodistas escribís las cosas que nos pasan a todos, y los escritores, lo que nos pasa por la cabeza por las noches. Me siento feliz de en su día haber hecho filología.

-En «Cabaret Biarritz» elige una época de enjundia, y un territorio mítico de aquellos años locos. ¿Llegó a ese contexto histórico por alguna razón especial o porque le venía bien para sus tramas?

-Me permitía hablar de muchos personajes, y en un momento convulso del mundo. Es la época en la que se sale de la Gran Guerra, y la gente está deseando beber, amar, hacer deporte, salir a bailar, tomar todas las drogas posibles, divertirse, vivir... La época de Cabaret Biarritz es la de la pasión por vivir.

-Y en medio el amor, que no conoce de épocas...

-La idea de recuperar amores de antes tiene el problema de que han pasado los años. Y que ya nada es igual. Por eso el personaje repite eso de que el presente no era necesario.