Gaiman ennegrece el cuento clásico de Perrault «La bella durmiente»

HÉCTOR J. PORTO REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El escritor británico llega a las librerías españolas con sendas novelas gráficas: «La joven durmiente y el huso» y la segunda entrega de «El libro del cementerio»

21 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El escritor británico afincado en Estados Unidos Neil Gaiman (Portchester, 1960) cuenta hoy sus lectores por millones, aunque, pese a ser un excelente narrador, es su gran querencia por la historieta lo que le ha granjeado legiones de fans en todo el planeta. Su novela gótica Coraline (2002) y la saga de cómic fantástico The Sandman (publicada por primera vez en 1989) lo han convertido en un fenómeno editorial de masas. Por los géneros que trabaja algunos lo tienen por el heredero natural de J.R.R. Tolkien, cuyo universo acaparó sus lecturas de niño y condicionó decisivamente su vocación. En España, la fidelidad de los seguidores del mundo del cómic sostiene mejor sus ventas que el eco de sus novelas, editadas además con escaso orden.

Ahora llega a las librerías españolas por partida doble, con la novela gráfica La joven durmiente y el huso (Ediciones Salamandra) y con la segunda y última entrega de la adaptación de su relato fantástico El libro del cementerio (Roca Editorial de Libros) al formato de novela gráfica por el veterano ilustrador estadounidense P. Craig Russell.

En el primer caso, La joven durmiente y el huso, Gaiman recurre a un texto clásico, un cuento de hadas que proviene de la tradición oral y que ya ha sido recreado en anteriores ocasiones, aunque las más famosas son La bella durmiente del bosque del francés Charles Perrault (1697) y Rosita de Espino de los alemanes Jacob y Wilhelm Grimm (1812). Si no era esta historia bastante oscura, Gaiman la ennegrece todavía más al prescindir de la esperanza en la anhelada llegada del príncipe y cargarlo con un añadido de violencia. Las hermosísimas ilustraciones del dibujante británico nacido en Sudáfrica Chris Riddell no contribuyen precisamente a dulcificarlo, pese a lo que pudiera parecer en algún momento. Ni siquiera ocurre con el efectivo recurso a los dorados, que solamente subrayan en un duro contraste ese firme y virtuoso trazo del negro sobre el blanco.

En el segundo caso, P. Craig Russell culmina su proyecto de convertir en cómic la espectral novela El libro del cementerio, otro de los best sellers de Gaiman. Si con sus dibujos y el guion de Todd Klein, ya había hecho de Coraline una novela gráfica, ahora Craig Russell conforma un amplio equipo de ilustradores -que incluye al joven artista gijonés David Lafuente y que no se corresponde de manera exacta con el que afrontó el primer volumen- para dar forma a la peripecia de un Nadie Owens ya crecidito, sus tétricos y protectores amigos del camposanto y su relación imposible con Scarlett.