Y es que ante la pasta, amigos...

miguel anxo fernández

CULTURA

Bajo la propuesta de un fin de semana en una casa de ensueño, que la poseedora de una bonoloto de 140 millones de euros ofrece a su familia y a su círculo más íntimo, los guionistas de «Felices 140» intentan hablarnos sobre las consecuencias de esta crisis nuestra

20 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Aun admitiendo que tiene buena madera de directora, sobre todo con los actores, prefiero a la Gracia Querejeta de Siete mesas de billar francés (2007), que era más honesta y hablaba de sentimientos sin coyunturas interfiriendo a la baja. No cuestionaré el acabado formal del filme, pero sí haberse escorado en exceso hacia lo inverosímil, por mucho que incluya ingredientes de comedia negra y que eso permita algunas licencias. Bajo la propuesta de un fin de semana en una casa de ensueño al pie de la costa, que la afortunada poseedora de una bonoloto de 140 millones de euros ofrece a su familia y a su círculo más íntimo, los guionistas (la propia Gracia y Santos Mercero) intentan hablarnos sobre las consecuencias de esta crisis nuestra, en la parte más vulnerable, la de los sentimientos, para derivarlos a su variante más negra a causa del dinero. Los millones del premio pudieron haber sido menos, porque dándole 140, se inicia la aventura hacia lo inverosímil, que será la repera en los minutos finales. No se trata tanto de exigirle una visión más contenida del desenlace, que también, sino que acaba restando valor a la reflexión, si realmente la directora quería hacerla, que esa es otra.

Damos por asumido que abonarse al chascarrillo de que el dinero no hace la felicidad, pero ayuda de narices, es una simpleza, y que lo importante es el juego de relaciones que se genera en ese amplio recinto cerrado. Muy pocos se salvarán de la quema cuando la codicia anula su razón. Ahí gana enteros el trabajo de la directora, que no sucumbe a los tics televisivos, impide a sus actores que chapurreen frasecitas y que entren o salgan de cuadro, como a la carrera. Un aspecto que redime a la película a cambio de pasar por alto el desenlace (les aseguro una fuerte tentación de hacer spoiler?), que, simplemente, servidor no se lo traga. Sinceramente, con haber optado el guion por un recurso a lo Cristo resucitado (y me entenderán quienes la hayan visto?), o simplemente de haber cambiado lo ocurrido en la bodega por una falsa alarma, habría incrementado el juego de las vergüenzas morales, que de eso se trataba. Poderoso caballero es Don Dinero, vale, pero qué tal virar el rumbo a unos minutos del final para impedir que se desinfle, como realmente acaba sucediendo.