
«Deuda de honor» está dirigida y también protagonizada por Tommy Lee Jones, a quien acompaña, en el año 1985, Hillary Swank
15 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Desde que Clint Eastwood nos regaló Sin perdón (1992) para devolver el wéstern a sus raíces icónicas y morales, pero al tiempo impregnándolo de pesimismo crepuscular, de mundo derrumbado y personajes derrotados, el género optó por transmutarse de mil maneras, casi todas decepcionantes en cuanto a fidelidad a sus raíces clásicas, exceptuando quizá Appaloosa (Ed Harris, 2008) y Valor de ley (Joel y Ethan Coen, 2010). Y en esto que llega Tommy Lee Jones (Los tres entierros de Melquíades Estrada, 2005), da un zapatazo en la mesa y nos obsequia con Deuda de honor (The Homesman), filme en el que además es coguionista. Su pasión por el cine del Oeste es bien conocida -prepara el remake de The Cowboys, Mark Rydell, 1972-. La cinta estuvo en Cannes el pasado año y como el mercado español de la distribución y exhibición anda así de renqueante, ya parecía condenada al home cinema. Realmente la película da para varias columnas, así que condensemos. A la impecable propuesta formal de espacios abiertos, de desoladora pero fascinante belleza, logrados por la cámara de Rodrigo Prieto, se suma la sugerente música de Marco Beltrami.
Además, claro, está el desgarrado personaje de Hillary Swank, realmente la protagonista con permiso de las arrugas, los ojos cansados y los andares artríticos del propio Lee Jones. Estamos en Nebraska, en el año 1885. Una mujer solitaria y corajuda, entregada a su granja y obsesionada con un matrimonio que no llega, asume trasladar a tres mujeres con la razón perdida a una institución a varios días de camino y no pocos riesgos. Se encontrará a un bandido con una soga al cuello, al que libera a condición de acompañarlas.
El viaje será la coartada para dar con bandidos, con desalmados, con indios? Lo peor de la condición humana asoma al tiempo que entre ambos se va estableciendo una relación de comprensión que les llevará al límite, aunque de manera distinta. No hay ventanas al optimismo, se trata simplemente de sobrevivir. Si el guion da una coba poco usual en el cine del Oeste a los personajes femeninos, dotándolos de un aura de dignidad (y son varios), los masculinos sacan lo peor de sus matices. Desolación, derrota y muerte en un gran filme. Por último, ese gesto que parecía redimir al viejo bandido, acaba yéndose río abajo?