Corbacho arma en «Incidencias» una comedia sobre un tren inmovilizado en Nochevieja

alicia g. arribas MADRID / EFE

CULTURA

El tercer largometraje del «showman» y guionista, dirigido a medias con Juan Cruz, se estrenará el próximo día 31

24 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Rodada en mitad de la vía de un tren entre Zaragoza y Lérida, adornada con planos aéreos y tormentas, nieve y ventiscas generadas por los ordenadores de la empresa Entropy, señala Corbacho, Incidencias coincide en el planteamiento con Los amantes pasajeros, porque son personas encerradas en un medio de transporte. «Y nosotros, encantados de la comparación con Pedro Almodóvar, pero el nuestro es otro tono; en Incidencias se suelta más el freno y vamos más allá del humor de Tapas, más a medias entre el drama y la comedia; aquí nos desmadramos un poco más».

La acción transcurre en un tren de alta velocidad en las horas previas a la celebración de la Nochevieja, «un día que todo el mundo tiene prisa por llegar a su casa para celebrar y comerse las uvas». «Lo hicimos así porque le metía más presión. El tren se para en mitad de la nada, no hay cobertura de móviles, se muere un señor, y encima hay un pasajero árabe que lleva una mochila sospechosa». Y ese es solo el comienzo. Roberto Álamo, Carlos Areces y Aida Folch, como miembros de una tripulación más o menos cuerda, tratan de contener las iras de un pasaje que, según pasan los minutos, va sacando «lo peor de sí mismo», lo cual, según Corbacho es, en todos los casos de los seres humanos, cuestión de tiempo.

José Corbacho, actor, director, guionista y showman estrenará el próximo día 31 Incidencias, su tercer largometraje dirigido a medias con Juan Cruz, en el que su habitual modo de explicar la vida en tono de comedia costumbrista vira a negro, pero un negro, dice, más negro de lo que esperaban. «La vida siempre te da la oportunidad de sacar lo peor de ti», filosofa medio en serio medio en broma el humorista. Un rasgo de la humanidad, dice Corbacho, que se manifiesta «ya sea en un tren parado, en la cola de un súper o en un atasco. Se pierde la paciencia, se pierden los modales y se pierde la educación». «Si a eso le añadimos que la estupidez humana campa a sus anchas en determinadas circunstancias, y todo eso lo metemos en un tren de alta velocidad, surge un fresco de la realidad donde se tocan muchos temas, no tanto desde la crítica, sino como muestrario, sin juzgar a los personajes», explica.