El Guggenheim trae a Bilbao las celdas vitales de Louise Bourgeois
CULTURA
El museo expone 28 de las 60 piezas que forman la serie creada entre 1991 y el 2008
18 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Bajo una mesa o con las sábanas de cama, una caseta de madera reciclada en un descampado del barrio o al fondo del jardín. Las guaridas forman parte del paisaje de la niñez, como delimitación de un espacio privado, como escenario de juegos, como refugio a salvo de miedos. Esta pulsión infantil es la que sostiene las Celdas de Louise Bourgeois (1911-2010), una serie que inició en 1991, recién cumplidos los 80: eran un vehículo catárquico para enfrentarse a sus demonios personales, para censar el paso del tiempo y expresar a través de estas piezas los sentimientos que era incapaz de verbalizar. «El arte es garantía de salud mental» es uno de los lemas que se repiten en varias celdas.
De las 60 piezas que configuran la serie, el Guggenheim de Bilbao ha reunido un total de 28, incluida una de las precursoras de las Celdas, significativamente titulada Guarida articulada. Se trata de la mayor muestra dedicada a esta faceta de Bourgeois, organizada por el Haus der Kunst de Múnich y el museo español, con el patrocinio de la Fundación BBVA. Además, se exhiben cuadros y otras piezas relacionadas con Celdas concretas, como explicó ayer Julienne Lorz, comisaria de la muestra junto a Petra Joos, quien subrayó otro diálogo, el de las piezas seleccionadas con el museo bilbaíno, donde «han encontrado un lugar muy especial».
El asistente personal de Bourgeois, Jerry Gorovoy, destacó en la presentación cómo las Celdas «representaron un punto de inflexión en su trayectoria. Empezó a utilizar por primera vez objetos personales para crear un mundo poético y simbólico». Las referencias a su infancia son constantes, desde una maqueta de su casa, juguetes o mobiliario. Bordado en la colcha de una cama se puede leer: «Necesito mis recuerdos. Son mis documentos». Junto a frascos del perfume que la artista utilizó toda su vida hay prendas suyas y otras de su madre, una figura también presente en toda su obra y encarnada en una araña que simboliza su oficio como tejedora de tapices. La araña da nombre a una de las celdas -la única en la que la escultura desborda la jaula- y se convierte en gemela temporal de la otra araña instalada frente al Guggenheim desde hace 15 años.
El recorrido expositivo también permite seguir otra evolución, la de la propia serie. De la Guarida precursora -formada por tableros negros en su cara externa y blancos en la interna- se pasa a las Celdas que encierran sus objetos con puertas y ventanas recicladas a jaulas metálicas propiamente dichas. Otras tienen un carácter monumental, como la que reutilizó un tanque de agua que coronaba el edificio neoyorquino del estudio de la artista, y que Bourgeois se empeñó en salvar, pese a las advertencias en contra de su asistente. Hubo que serrar la parte superior para meterlo dentro del estudio. «Tenía un carácter muy determinado», confirmó Lorz.
Pese a la naturaleza marcadamente autobiográfica de las Celdas, Gorovoy sostiene que no es necesario conocer la vida de Bourgeois para conectar con las piezas. «Ella estaba trabajando con emociones universales, como el miedo al abandono, al rechazo», temores que la artista experimentó en su infancia y que marcaron su vida y su arte. «Son obras de gran carácter emocional, pero que detrás tienen un proceso de gran inteligencia», matizó Gorovoy.
Los 102 paneles serigrafiados de «Sombras», el acercamiento de Andy Warhol al abstracto
Además de las Celdas de Bourgeois, que se podrán ver hasta el próximo 4 de septiembre, el Guggenheim de Bilbao tiene abierta hasta octubre la muestra Sombras, del artista estadounidense Andy Warhol. Son 102 paneles serigrafiados de gran formato y que reflejan el interés del artista por lo abstracto, una faceta sin duda menos conocida que sus iconos pop. Warhol inició este proyecto cuando contaba 50 años y después de un primer acercamiento al abstracto con pinturas como Oxidación. Sombras fue concebida como una única obra que se ensambla a partir de piezas diversas y que se adapta al espacio en donde se expone.
Piezas únicas
Aunque su estética inconfundiblemente warholiana pueda remitir al interés del padre del pop art por la producción de obras de arte en serie, en realidad el método fue mecánico y cada pieza es única. Cada una de ellas remite también a una luz a la que se conduce al espectador a través de la forma de la sombra.