Leonardo Padura: «Con Hemingway aprendí que uno solo debe escribir de lo que conoce»
CULTURA
El autor habanero ambienta su nueva novela en el Camino de Santiago y advierte que su Mario Conde es «¡decente!»
11 jun 2016 . Actualizado a las 12:14 h.Pasó del periodismo a la compraventa de libros de viejo, sin dejar de ser escritor. Hace unos días estuvo en Compostela, evocando su primer viaje a la ciudad en el año 1988 («Para mí fue muy impactante ver una catedral como la de Santiago, que es de las más impresionantes del mundo») e indagando para su nueva novela. Leonardo Padura (La Habana, 1955) también participó en el ciclo de encuentros con escritores del Centro de Formación e Recursos da Coruña. Lo hizo manteniendo una conversación con Javier Pintor y Xavier Seoane sobre su trabajo «como novelista y los temas del cine». Además, acaba de publicarse en España la edición impresa de su guion Regreso a Ítaca: «Es la película que hice con el director francés Laurent Cantet. Estuve hace poco en París, en un mercado de series de televisión, donde presentamos los primeros dos capítulos de la serie que se hizo con mis primeras cuatro novelas, Las cuatro estaciones de La Habana, que es como se llamará. El papel de Mario Conde -aclara- lo hace Jorge Perugorría».
-El Mario Conde de aquí está en prisión....
-Mi Mario Conde sigue siendo un tipo nostálgico, atormentado y ¡decente!
-¿Es posible que su personaje tenga melancolía gallega?
-De cierta forma sí. En el carácter cubano hay una serie de elementos españoles muy fuertes. Cuba es un país muy hispánico. Por ejemplo, comemos potajes de garbanzos como se comen en el norte de España, lo cual en el clima de Cuba es casi criminal. Hasta hace 60 años estaban llegando oleadas de gallegos y asturianos a Cuba. No estamos hablando de historia antigua, sino de historia que ha tenido un corte, pero en un tiempo histórico e incluso generacional que es breve.
-¿Qué buscaba esta vez en su viaje a Santiago?
-Estoy buscando determinadas trazas para una novela de la que ya he escrito la parte central, la trama del presente. Pero hay una trama que se remontaba bastante en el tiempo y que es la historia de una virgen negra catalana que llega a Cuba. Estas vírgenes están muy relacionadas con el Camino de Santiago, ya que muchas de las iglesias, pequeñas o mayores, donde hay vírgenes negras están en la ruta jacobea, por lo que se piensa que hay un vínculo.
-Ese viaje, ¿significa que documenta mucho sus novelas?
-Es que me gusta. Aprendí muchas cosas con Hemingway. Y una de ellas, y creo que tiene toda la razón, estaba en cuando decía que uno solo debe escribir de lo que conoce. Ver un entorno me ayuda a determinar qué historia pudo haber ocurrido en él.
-Y tiene un libro sobre Hemingway, ¿le ha influido mucho?
-Sí, uno de los que más. Era uno de mis paradigmas. Después, hemos tenido algunos desencuentros. En Adiós, Hemingway hablo un poco de eso a través del personaje de Mario Conde. Se puede decir que ahí ajusto cuentas. Es una relación de amor odio, la que queda al final.
-Recordaba hace unos días Quique Alvarellos en este diario la estancia de Hemingway en Compostela, pero no supimos retenerlo y se fue a Pamplona...
-Hemingway llegó a vivir a Cuba como una alternativa. Creo que él hubiera preferido vivir en España, pero estamos hablando del momento final de la Guerra Civil. Además, él simpatizaba claramente con la República. Cuba fue el lugar en el que encontró una satisfacción para estar fuera de Estados Unidos y al mismo tiempo cerca de España.
-¿Qué va a pasar en Cuba ahora?
-Es la pregunta del siglo. Pero la respuesta no la sabe nadie. Van a pasar cosas, es inevitable, que tienen que ver con decisiones y políticas internas, pero también tiene que ver con la coyuntura internacional. Lo que está ocurriendo en Venezuela para Cuba puede ser muy complicado y lo que ha pasado en Brasil también. La crisis española afectó a muchos negocios en Cuba. Y ahora está la nueva situación de las relaciones con Estados Unidos, que están en un plano político pero que bajarán al nivel económico y social. El embargo sigue existiendo y hay un problema básico: las estructuras económicas cubanas no funcionan; el propio Raúl Castro lo ha reconocido. Hasta que funcione la economía no se puede establecer una coherencia social, política y económica de desarrollo.