La feliz alianza entre el traductor Mariano Peyrou, el ilustrador alicantino Pablo Auladell y el sello Sexto Piso continúa en torno a la obra de Mark Twain -nombre que adoptó de su época de piloto de barco fluvial Samuel Langhorne Clemens (Florida, Misuri, 1835-Redding, Connecticut, 1910)-. Este período laboral y vital es precisamente el que alienta la creación de dos de las novelas mayores del autor, patriarca de la letras estadounidenses: Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y Las aventuras de Huckleberry Finn (1884), relatos que comparten personajes aunque intercambian protagonistas y que son sendos festejos de la literatura. Para aquel que mantiene que esto es lectura para críos, la publicación de ambas por la editora de origen mexicano supone una ocasión sin igual para volver sobre estos textos y, más allá de lo lúdico, comprender la profundidad de la escritura y las intenciones de dos clásicos inmarcesibles. «Toda la literatura norteamericana moderna viene de un libro de Mark Twain titulado Las aventuras de Huckleberry Finn». La afirmación procede nada menos que de Ernest Hemingway, todo un hombre. Y como hizo él en algunas de sus narraciones, Twain realiza un hermoso canto a la libertad, la amistad, los sueños, la solidaridad, la lealtad, el humor y la aventura.