«Un canto de amor a España» de raíz sentimental y autobiográfica

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

JUAN LÁZARO

García de Cortázar reivindica en «Viaje al corazón de España» la riqueza cultural del país en «un ejercicio de patriotismo»

10 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El historiador Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942) no para de producir. Viene de publicar España, entre la rabia y la idea (Alianza Editorial), ensayo en el que traza una historia intelectual que, dice, demuestra que «en este país se ha debatido en el último siglo sobre España, entre poetas, sindicalistas, curas, escritores, políticos, entre la izquierda y la derecha, y hasta incluso ha habido enfrentamientos bélicos, las guerras carlistas, la Guerra Civil, pero nadie la ha negado como ahora. Todos trataban de sacar una idea de España adelante, pero nadie decía que España no existía». Sin abandonar esa su gran obsesión intelectual, llega ahora a las librerías Viaje al corazón de España, que edita con mucho mimo Arzalia, el sello de Ricardo Artola, hijo del historiador Miguel Artola, el que fue el gran maestro de García de Cortázar.

Hay, sin embargo, en este nuevo texto -más de 900 páginas, más de 250 ilustraciones, una veintena de mapas, más de mil referencias culturales y un Mapa de las maravillas de España-, un cambio de tercio sustancial. Es un trabajo en positivo, subraya el autor, fruto de su ir y venir por la geografía del país, por todas sus provincias, remarca, para celebrar «un canto de amor a España» que articula también un recorrido vital que tiene mucho de periplo sentimental y de registro autobiográfico.

Hablando de las cosas buenas, muchas y bellísimas, que tiene España, insiste, se fomenta «la conciencia nacional», algo que cree que se ha ido diluyendo en los últimos tiempos. Él recuerda cómo construyó la suya sobre los cimientos creados por la educación que le dieron sus padres, y en la que han tenido un papel no menor sus viajes familiares para conocer «los lugares hermosos» que todos los ciudadanos deberían ver para entender la grandeza cultural, medioambiental, artística, arquitectónica, urbana, salvaje que atesoran las ciudades, los pueblos y el paisaje de España, y que muy a menudo se olvida, lamenta. Después de todo, reseña García de Cortázar, «inducir el amor a la patria no está tan lejos de lo que es cultivar la piedad del niño en las familias religiosas». Fue de este modo cómo su padre envió a sus hijos a estudiar como internos en un colegio de Sevilla, para evitar que se educasen en «el odio a España que crecía en aquellos años en Chile», donde vivían. 

Unamuno, Galdós, Cunqueiro

Mezcla de memoria, vivencias, sentimientos, emociones, erudición, autobiografía, reflexión, el historiador reclama para su tarea la condición de «ejercicio de patriotismo cultural», que se debe a la defensa de la riqueza de un patrimonio que es de todos y que no margina las letras: «Pocos países pueden presumir de una literatura como la española», ensalza. Es más, anota, no se concibe Bilbao sin Unamuno, Madrid sin Galdós, Soria sin Machado, Mondoñedo sin Cunqueiro, Barcelona sin Rodoreda, Granada sin Lorca o Palma sin Llorenç Villalonga.

Quiere dejar clara una cosa: su amor por Galicia, fraguado en sus visitas con sus padres y consolidada después (en Galicia vivieron hasta cuatro de sus once hermanos). Y que para él es un país, una patria que asocia a su idea de «afirmación de la libertad». En ella fue donde la reencontró, cuando en el verano del 2001 se instaló en A Coruña, aconsejado por el Ministerio de Interior para que dejara el País Vasco por el riesgo de atentado de ETA.

Desde entonces, sabe que, como a su padre -«se le saltaban las lágrimas»-, el paisaje que más le emociona es «la desembocadura del Miño en A Guarda, contemplada desde el monte de Santa Tegra, donde el río entrega sus aguas al océano».

También ama Ribadeo, adonde le llevaba su amistad con Leopoldo Calvo-Sotelo, con quien mantenía enjundiosas charlas, y donde, recuerda, como jesuita, casó a la que después fue ministra Mercedes Cabrera con el filósofo lugués Alfredo Deaño.