Los mundos encontrados de Iturbide

H. J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

cedida

La Fundación Barrié traerá a su sede central en el mes de octubre una colección de 186 fotografías que condensan cuarenta años de trayectoria de la artista mexicana

21 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Graciela Iturbide (Ciudad de México, 1942). Es una de las miradas más insondables de la escena contemporánea internacional de la fotografía. Estos días (y hasta el 25 de agosto) puede conocerse su obra a través de una muestra retrospectiva que -integrada por setenta imágenes- preparó PhotoEspaña y que se exhibe en el Centro de Arte Alcobendas. Y muy pronto (24 de octubre-27 de enero del 2019) su magia se podrá disfrutar en la sede central que la Fundación Barrié tiene en A Coruña. Allí abrirá una muestra compuesta por 186 instantáneas -procedentes de las colecciones de la Fundación Mapfre- que condensan cuarenta años de trayectoria de una de las fotógrafas más influyentes de América Latina, desde que en los años sesenta, tras ingresar en el Centro de Estudios Cinematográficos de México, se inició aconsejaba por Manuel Álvarez Bravo, el gran maestro de la fotografía mexicana.

Ella, sin embargo, se quita importancia al insistir siempre en que no trabaja de forma premeditada, sino que las cosas le salen al paso, que lo único que hace es estar despierta, con los ojos y la mente atentos a la calle, a la realidad, sin prejuicios. La muestra -detalla la Fundación Barrié- propone un viaje transversal por su obra y, partiendo de sus imágenes más antiguas, llega hasta las más recientes. «Sin atender a un estricto orden cronológico, sus proyectos más representativos quedan enlazados a aquellas temáticas que mejor definen su poderoso imaginario creativo».

Entre lo documental y lo poético, su personal atmósfera se ha relacionado a menudo con el realismo mágico, combinando lo vivido y lo soñado en una compleja arquitectura de referencias históricas, sociales, paisajísticas y culturales que ha dirigido, en numerosas ocasiones, a retratar el alma de los pueblos indígenas de México, en un friso en el que la experiencia pegada al día de la mujer ha tenido un peso específico relevante, sin necesidad de entrar a explotar una carga política demasiado explícita. «La fragilidad de las tradiciones ancestrales y su difícil subsistencia, la interacción entre naturaleza y cultura, la importancia del rito en la gestualidad cotidiana o la dimensión simbólica de naturaleza y objetos hallados al azar ocupan un lugar central en su fructífera trayectoria. Su obra -inciden desde la fundación- se caracteriza por un continuo diálogo entre imágenes, tiempos y símbolos, en un despliegue poético donde el sueño, el ritual, la religión, el viaje y la comunidad se conjugan» de forma armónica.

Conocida por sus retratos de los indios Seris (en el desierto de Sonora), por su visión de las mujeres de Juchitán (en Oaxaca) o por su fascinante ensayo sobre los pájaros que lleva años fotografiando, el itinerario visual de Iturbide ha recorrido, además de México, España, EE.UU., India, Italia y Madagascar. Su curiosidad por las formas de diversidad cultural -señala la fundación- han convertido el viaje en una dinámica de trabajo a partir de la cual expresa su necesidad filosófica como artista: «Fotografiar como pretexto de conocer», según sus propias palabras.