«Enamorado de mi mujer»: Soñando la cana al aire

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

No es una comedia sentimental totalmente fallida porque tiene momentos delirantes a los que Depardieu aporta un registro bien definido, pero el vaivén entre realidad y ficción acaba resultando excesivo

08 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Daniel es un editor maduro que, saliendo de su oficina parisina, se da de bruces con Patrick, viejo amigo de la familia, divorciado de su primera mujer y ahora -le cuenta- vive con una novia mucho más joven, que al parecer le cambió la vida. Le sugiere quedar a cenar para presentársela, pero Daniel tiene un problema: su mujer odia a Patrick por haber dejado a su pareja, que además era su mejor amiga. En fin, que la cena acaba celebrándose en casa del editor y Daniel queda fascinado con Emma, esa nueva conquista a la que viste con notable acierto nuestra Adriana Ugarte, como Sandrine Kiberlain niquela a la atribulada anfitriona.

Desde ese momento el protagonista se mostrará ensimismado durante toda la noche, imaginándose que es él, y no su amigo, quien se liga a ese bombón, naturalmente ante el mosqueo de su señora, tomada por los celos y sacando punta a todo cuanto hace... la otra. Con esos mimbres trenza su relato el otro Daniel, el apellidado Auteuil, cuatro largos como director y casi un centenar de títulos como actor desde su debut como secundario en La agresión (1975) junto a Catherine Deneuve y Jean-Louis Trintignant.

El novelista y dramaturgo Florian Zeller adapta su propia obra teatral, en un texto que Auteuil resuelve a trompicones, no tanto por falta de oficio, que lo tiene y notorio, sino por lo arriesgado de jugar con dos niveles: el real y el imaginario. Lo que otros solventan manejando la luz o el sonido como trazo diferencial para que el espectador no acabe hecho un lío, él prefiere dejarlo a la inteligencia del público o usando como transición su propio rostro ensimismado mientras deambula por su ensoñación de Romeo ligándose a Julieta y de paso lamentando su rutinaria vida marital. No es una comedia sentimental totalmente fallida porque tiene momentos delirantes a los que Depardieu aporta un registro bien definido, pero el vaivén entre realidad y ficción acaba resultando excesivo. A cambio, Auteuil sí acierta en su retrato de la burguesía víctima de sus tedios y sus frustraciones, con unos varones que se alborotan cuando la lascivia embota los sentidos.