Periodista Alejandro Barreiro Noya, del viaje a Dumbría a la dirección del periódico
CULTURA

Nació para periodista. Y con ese convencimiento de natural fue como llegó a director de La Voz de Galicia una persona que inició en 1889 como modesto tipógrafo su trayectoria en el diario. Es Alejandro Barreiro Noya (Santiago, 1874-A Coruña, 1948). Enseguida se convirtió en redactor y empezó a destacar como reportero de calle en la cobertura informativa de incendios, naufragios, crímenes, juicios, visitas de prebostes... Fue así como se hace con el caso de Elisa y Marcela y como aparece como enviado especial en Dumbría, adonde en 1901, no puede olvidarse, se llegaba de manera muy trabajosa. Allí se acercó decidido a hablar de primera mano con Marcela, quería entrevistarla, pero ya no la encontró en el pueblo. Sin embargo, no se desanimó y recabó información de cuantos vecinos y personas cercanas tuvo a bien localizar. Con esta misma decisión, hizo una defensa de la labor docente de Marcela, entonces bajo investigación, porque no pudo verificar un solo testimonio que cuestionase su valía profesional.
Pero Barreiro Noya no se movía solo en las tonalidades del drama. Nada escapaba a su inabarcable interés. Allá por 1895 se ocupaba de las críticas de arte. Aquel año celebró un jovencísimo Pablo Ruiz Picasso, a los 13 años, la primera exposición de su carrera, en una tienda de muebles de la coruñesa calle Real. Barreiro Noya, con apenas 21, y que había sido bastante cruel en su crítica a las obras del padre, el profesor Ruiz Blasco, dedicó encendidos elogios al hijo, a lo que apuntaba aquel artista en ciernes, y terminaba con una recomendación: «Continúe de esa manera y no dude que alcanzará días de gloria y un porvenir brillante».
Brillante también resultó el porvenir de Barreiro Noya, nombrado en 1914 director de La Voz, cuya redacción gobernó durante más de 22 años. Su escrupulosa neutralidad y titulares como el que abría la edición del 19 de julio de 1936 («Intento subversivo contra la República») provocaron su destitución en agosto de 1937, y ya es el Servicio de Prensa y Propaganda del Régimen de Burgos el que nombra como relevo al falangista Maximiano García Venero.
Pero Barreiro Noya no cejó en su vocación. Hasta días antes de muerte, durante casi 60 años, estuvo vinculado al diario. Seguía escribiendo oculto tras el seudónimo de Herculano.