
La actriz islandesa Halldòra Geirhardsdòttir encarna a una profesora de canto que se enfrenta a las grandes industrias de su país mediante el sabotaje y el ingenio
11 mar 2019 . Actualizado a las 11:37 h.Una flecha dispuesta en el arco. El plano se abre para revelar a la tiradora, una mujer que ronda la cincuentena. La cámara retrocede todavía más y sitúa a la figura humana junto a su blanco, una imponente torre de suministro eléctrico que la empequeñece en un paisaje yermo. Es la lucha contra un gigante. «David contra Goliat», confirma la imagen bíblica Halldòra Geirhardsdòttir. «O Juana de Arco», añade.
Geirhardsdòttir (Reikiavik, 1968) es la protagonista de La mujer de la montaña, el nuevo filme de Benedikt Erlingsson. Una comedia dramática en la que Geirhardsdòttir encarna a una profesora de canto que libra en secreto una lucha contra el cambio climático. Siguiendo la máxima de «pensamiento global, acciones locales», su ingenio y determinación la llevan a ejecutar diversos sabotajes a la industria de su país. Sus planes se verán afectados por la inesperada comunicación de que su solicitud de adopción de una huérfana ucraniana ha sido aceptada.
El mensaje de fondo de este combate desigual que plantea La mujer de la montaña es que las acciones pequeñas también cuentan: la suma de humildes -o valientes- actos individuales pueden suponer un cambio. «Sí, totalmente cierto», confirma la actriz. «Aunque pensemos que somos pequeños, podemos cambiar cosas, incluso a gran escala, con nuestras acciones», añade. Geirhardsdòttir coincide con su personaje en que la del cambio climático es una batalla que urge librar en el presente, pero que obedece a una visión de futuro, un planteamiento que entronca en la película con la adopción de la niña por parte de la profesora. Se trata del mundo que las generaciones actuales legarán a las futuras.
La mujer de la montaña también examina otra cuestión a debate en la actualidad: el buen uso de la tecnología. A lo largo del filme son numerosas las referencias a la capacidad que ha traído lo digital para el espionaje y control masivos: se instalan cámaras en los pueblos y la policía recurre a drones para dar con la saboteadora, mientras que esta y un cómplice guardan sus móviles en el congelador cada vez que quieren hablar libremente de sus planes. Al mismo tiempo, el personaje de Geirhardsdòttir se vale de las redes sociales para difundir su mensaje. «La tecnología es una realidad que no puedes negar. Debes usarla para fines positivos, no negativos», sostiene la actriz.
Rodada en Islandia, La mujer de la montaña -que se ha estrenado en Lugo, Santiago y A Coruña, para llegar a los cines de Vigo esta semana- también concede un protagonismo especial al paisaje de la isla, con el que la protagonista mantiene una relación muy física: a Geirhardsdòttir le gusta especialmente una escena en la que hunde su rostro en una mata de musgo. La actriz encarna, además, a la hermana gemela de la protagonista, una profesora de yoga, todo un tour de force interpretativo.
Retrato de Islandia
Islandia también queda retratada en sus hábitos sociales: cuando dos personajes se conocen lo primero que hacen es situarse en sus respectivas familias. «Es algo muy común», se ríe Geirhardsdòttir. «Lo primero que haces es rastrear a la otra persona porque es muy probable que haya un parentesco lejano o una relación laboral o de vecindad. Somos una isla muy pequeña, donde es muy difícil mantener un secreto», lo cual da más valor a la peripecia de su personaje.
Además de la historia que narra, La mujer de la montaña es especial por motivos cinematográficos. El más visible es la participación de los músicos de la banda sonora en las escenas. «Tiene algo de teatral, de banda que toca en directo», elogia la actriz.