«Utoya. 22 de julio»: Escalofriantes 77 minutos

miguel anxo fernández

CULTURA

Erik Aavatsmark

Erik Poppe firma una obra maestra gracias a un enorme plano-secuencia por el que circula el horror del atentado en Noruega en el 2011

28 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El recuerdo de aquel 22 de julio del 2011 en la isla noruega de Utoya todavía produce escalofríos. Un neonazi, un tarado, Anders Breivik, disparó durante casi una hora a docenas de jóvenes vinculados al Partido Laborista, reunidos en un campamento de verano. Un espacio único, con masa arbórea y algunos acantilados, pero del que era imposible huir a no ser que te arrojases al mar. De hecho, se supone que algunos murieron ahogados, aterrorizados por el peculiar tiro al blanco móvil del asesino. La historia es tristemente conocida y el solvente director local Erik Poppe, consciente de que contarnos otra vez lo que ya sabíamos derivaría en un filme seguramente académico pero inerte, eligió el camino más arriesgado. Hizo lo contrario que Paul Greengrass con 21 de julio, estrenada para Netflix casi al mismo tiempo. Mientras este coloca la cámara junto al asesino y la comparte o alterna con sus víctimas, Poppe, con la complicidad del fotógrafo Martin Otterbeck, arranca la narración unos minutos antes de que suene el primer disparo, pero siempre en plano subjetivo.

La cámara es la propia mirada de la joven Kaja, sus ojos son la pantalla, y el horror circula por todo el metraje en un enorme plano-secuencia que te clava a la butaca y te deja hecho un cisco. El sonido, además del sofoco de su carrera, serán los gritos de horror y disparos en una cadencia calculada -al parecer Breivik disparaba cada diez segundos y lanzaba gritos de euforia con cada baja-, a lo que se añade el auxilio que ella presta a quien se va encontrando en su huida. El resultado es una obra maestra que perdurará en el tiempo, aunque ahora se inmole en la cartelera veraniega. Terror en tiempo real, evitando tentaciones efectistas y estridencias gore, porque en el fondo el guion tampoco evita remover en una herida que supura en la vieja Europa, el resurgir neonazi. Noruega era hasta ese momento un país en el limbo, hasta que el terrorismo irrumpió en Oslo, y pocas horas después, un fulano con una pistola, un rifle y vestido de policía, optó por hacer sangre. Por sangrarnos a todos.

 

«UTOYA. 22 DE JULIO»

«UTØYA 22. JULI»

Noruega, 2018.

Director: Erik Poppe.

Intérpretes: Andres Berntzen, Aleksander Holmen, Ada Eide, Sorosh Sadat, Brede Fristad, Magnus Moen.

Drama.

93 minutos.