«Litus»: Hablar, hablar, hablar...

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

La película plantea una propuesta novedosa, pero tanto diálogo produce sopor

23 sep 2019 . Actualizado a las 17:44 h.

Y, cuando el crítico despertó, seguían hablando… Por alguna razón, tanto diálogo acabó provocándome sopor, quizá porque algunos carecían de la madurez que se supone a esos treintañeros a los que el suicidio de un amigo reúne en un piso y, a modo de catarsis, comienzan a lanzarse reproches mutuos, incluyendo alguna sorpresilla vinculada al difunto. La propuesta es poco novedosa, al margen de que Dani de la Orden eche coraje a la adaptación teatral que coescribe junto a la autora de la obra, Marta Buchaca, y por momentos pareciese que remontara el vuelo. Falsa alarma. No era fácil mover a seis actores en un salón, con alguna incursión pasajera en estancias contiguas. Y en eso el director hace lo que puede, con el recurso a una planificación diversa, aunque predominando los primeros planos, que, según el actor encuadrado, o son útiles o lo contrario. Quim Gutiérrez se llevó el premio al mejor secundario en el Festival de Málaga porque quizá su personaje recibe el redondeo del que carecen otros, algunos preocupantes, tanto por lo que les toca decir como por la manera en que lo dicen.

Más allá de la anotada sensación de que esto ya se ha visto, por mucho que hagan referencias al filme Los amigos de Peter (Kenneth Branagh, 1991) como queriendo curarse en salud, lo cierto es que falta aquí la inteligencia formal y el oficio de un, por ejemplo, Álex de la Iglesia en su reciente Perfectos desconocidos (2018), otra trama coral que reúne a cenar a varios amigos para finalizar como el rosario de la aurora…

De la Orden, de trayectoria irregular, que parece sentirse más cómodo en la comedia con aires de sitcom televisiva -es el caso de El pregón y El mejor verano de mi vida-, afronta un drama como queriendo pasarse al cine serio, pero quizá debió elegir mejor a su reparto y, sobre todo, convencer a Buchaca de que los diálogos en pantalla tienen un buen sustituto -y aliado- en la imagen, evitando así coquetear con la verborrea. Esta gente que anda en la treintena se comporta, habla y piensa como si asomara a los veintitantos, que no es lo mismo. Pero, y especialmente, señores guionistas, cuéntenme algo nuevo.