Dolores Redondo regresa a los escenarios de su niñez en el puerto de Pasajes

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Redondo, en el puerto guipuzcoano de Pasajes, donde creció alrededor de la pensión que allí regentaba su abuela gallega de Corme
Redondo, en el puerto guipuzcoano de Pasajes, donde creció alrededor de la pensión que allí regentaba su abuela gallega de Corme Carlos ruiz

La escritora rescata su debut, «Los privilegios del ángel», una novela sobre el duelo

20 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Dolores Redondo Meira (San Sebastián, 1969) revive los escenarios de su infancia, los mismos donde creció alrededor de la pensión que su abuela gallega había montado poco después de llegar al País Vasco, con solo 24 años, desde su Corme natal. Son los lugares del puerto guipuzcoano de Pasajes en que se desarrolla Los privilegios del ángel, su primera y descatalogada novela, aparecida en el 2009 y que ahora reedita el sello de libros de bolsillo Booket. Ella, donostiarra, siendo niña pasaba mucho tiempo en casa de sus abuelos, que regentaban aquella casa de huéspedes, un negocio que prosperaba en torno al auge del puerto al que llegaban trabajadores de todo el país, y muchísimos de ellos gallegos. En los astilleros donde jugaba la pequeña Dolores juegan Celeste y Pakutxa, las niñas amigas del alma que protagonizan esta obra ahora recuperada -había sido publicada en una pequeña editorial navarra, Eunate-, «una novela sobre el duelo y la pérdida, un tanto incómoda y en buena medida desgarradora».

«Aborrecía aquel lugar, lo detestaba con toda mi alma -confiesa en el prólogo redactado para la reedición-. Cuando era una joven y precoz lectora de apenas diez años, me parecía imposible que mi pueblo pudiera albergar un escenario distinto a la sordidez, el olor a gasoil, el pescado, las cajas de estiba, las montañas de sal en el muelle, las iglesias abarrotadas de mujeres de luto, el perfume almizclero que se colaba por las puertas entreabiertas de los puticlubes, que se distinguían por un farolillo rojo y se repartían a derecha e izquierda en la misma calle; las misas de difuntos, las sirenas del puerto llamando al trabajo, el tufo amoniacal de las fábricas de hielo y el cementerio con la media de difuntos más jóvenes de España».

Devoraba entonces las obras de Mario Puzo, soñaba con Boston, Nueva York y Los Ángeles, quería llevar allí a los protagonistas de sus futuras novelas. Era una adolescente cuando llegó a sus manos Pequeño teatro, la novela de Ana María Matute. Ocurría en un pueblo con puerto del norte, pequeño, costumbrista y asfixiante. Ese libro le abrió los ojos, le mostró el complejo encanto de lo propio, que si no era primero capaz de admitir su origen, «aborrecerlo era parte del proceso de juzgarlo, exonerarlo y llegar a perdonarlo. Que si no hacía las paces con mi origen no sería honesta, que detestar en la adolescencia el lugar donde uno ha nacido es tan natural como detestar el modo en que se ondula tu pelo, y que aprender a amar eso mismo proviene de una madurez que nada tiene que ver con crecer», subraya.

Han sido sus propios lectores los que han contribuido a rehabilitar Los privilegios del ángel. A menudo, durante las firmas, en las ferias del libro, le preguntaban a la autora por su ópera prima, por cómo hacer para conseguirla, por cuándo la pondría de nuevo en el escaparate. El vaso se colmó en la gira de La cara norte del corazón, cuando un fan se acercó a Redondo para que le firmase un ejemplar de segunda mano que había adquirido por varios cientos de euros, un importe a todas luces desorbitado. Fue ahí cuando se decidió a ponerla otra vez en circulación -en bolsillo, a un precio asequible, en una primera y amplia tirada de 50.000 copias-, aunque ha tratado de que el relanzamiento no la distraiga de la tarea que la ocupa actualmente, su próxima novela.

Una capa de norte, lluvia y humedad, la «propia raíz»

Según cifras de Destino, su fiel editora, Redondo ha seducido a más de 2,5 millones de lectores con su Trilogía del Baztán, protagonizada por la policía foral Amaia Salazar, y que ha sido traducida a 38 idiomas y llevada al cine (y que ya alumbró una cuarta entrega, La cara norte del corazón). La autora tiene a miles de fans pendientes de cada paso que da. Ganadora del Planeta con Todo esto te daré, explica que Los privilegios del ángel relata cómo a finales de los 90, tras una noche de sexo anodino, Celeste Martos se corta las venas. La historia se remonta entonces hasta 1973, al paraíso de una feliz infancia que transcurrió en la bahía pesquera de Pasajes, cuando con cinco años Celeste conoce a Pakutxa, una amiga que pronto morirá a causa de una leucemia.

«Hay mil aspectos sobre los que ya os he hablado en mis novelas, pero el primero con el que tuve que ponerme en paz fue con la muerte, y lo hice en esta novela», explica Redondo de una obra en la que a través de varios personajes habla del duelo y sus fases: la negación, la ira, la profunda pena, la depresión y la aceptación.

«Todas mis novelas están impregnadas de una capa de norte, de lluvia y humedad que provienen de mi propia raíz, del lugar donde nací y me crie, del modelo de familia matriarcal que había a mi alrededor, de la cultura del trabajo duro, del honor de los pobres y de la muerte», explica la autora sobre una ficción que fue «un paso necesario» para llegar a ser la narradora que es hoy.